Cuando las luces se apagan y la iluminación neón se enciende en Once Once Dance Studio, sus fundadoras, Valeria Aponte y Arantza Ávila, ven realizado su emprendimiento. Sin embargo, más allá del éxito económico, lo que las motiva es crear un espacio donde sus alumnos se sientan libres y seguros.
“Es un ambiente abierto para todo el público. El crew que se ha formado es muy bonito; sobre todo, es un lugar donde no juzgamos, donde cualquiera puede venir y sentirse cómodo, seguro de aprender alguna disciplina”, asegura Valeria Aponte en entrevista.
Este estudio de baile, ubicado al sur de la Ciudad de México, cumple tres años de existencia. Para celebrarlo, ha incorporado nuevas disciplinas, como la danza en aro, una actividad que combina danza, gimnasia y arte circense. Además, ahora también se puede practicar con telas.
“Vienen mujeres, hombres, personas con diferentes identidades y preferencias sexuales, incluso gente con discapacidad. Aquí todos son bienvenidos para aprender alguna de nuestras disciplinas”, comparte Arantza Ávila.
Con el objetivo de expandir su propuesta, Once Once ha creado una división infantil, que busca acercar a los más pequeños al arte y la danza desde temprana edad.
“Queremos ofrecer estilos variados y no limitarnos solo a lo urbano. Ahora, con esta división kids, los niños pueden entrar a clases de hip-hop, y lo más importante es verlos divertirse cuando bailan. No sabemos si muchos llegarán a ser profesionales—ojalá que sí—pero lo esencial es que aquí se sientan felices y puedan expresar emociones con su cuerpo”, agrega Arantza.
En Once Once se imparten disciplinas como reggaetón, twerk, hip-hop, jazz funk, heels, urbano y body control. Además, el ambiente familiar ha sido clave para que los alumnos más cercanos sientan el estudio como su hogar.
“Estamos al tanto de las tendencias para traer lo mejor a nuestros alumnos, pero también escuchamos mucho a nuestra audiencia habitual para adaptarnos a lo que buscan”, explica Valeria Aponte.
Más allá de mantenerse al día con las tendencias, los tres años de Once Once han estado marcados por desafíos importantes para sus fundadoras.
“Ser mujeres emprendedoras ha sido complicado, sobre todo en el aspecto económico. Pero hemos logrado salir adelante; lo más importante es que quienes vienen aquí se sientan conformes y podamos seguir ofreciendo lo que aman”, asegura Valeria.
Uno de los mayores retos fue superar la pandemia. Al volver a la normalidad, tuvieron que idear estrategias para sostener el estudio, como la apertura del bar Contrapunto, lo que les permitió mantener su compromiso con los maestros.
“Mucha gente depende del estudio, y sabemos que hay momentos en los que baja la afluencia. Por eso creamos un bar con concepto speakeasy, y próximamente abriremos una cafetería, para seguir creciendo”, comparte Valeria.
Junto a sus maestros y algunos alumnos, Valeria y Arantza celebran un año más en la Torre Mural Centro Insurgentes, sin perder de vista su meta de expansión.
“Ese es el sueño, pero sería un error apresurarnos. Ahora nos está yendo muy bien aquí y queremos consolidarnos antes de pensar en expandirnos precipitadamente”, concluye Arantza.
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