Más Información
El rey Felipe VI de España era uno de los solteros más codiciados de la realeza hasta que cruzó miradas con Letizia y el flechazo fue mutuo. Se conocieron cuando ella era periodista de las cadenas Bloomerang y CNN+ en un encuentro para hablar sobre la guerra en Irak el 17 de octubre de 2002.
Lee también: De Nigris no dormirá con Wendy pero queda nominado en la gala inicial de “La casa de los famosos”
Lo cierto es que el actual monarca quería seguir viendo a Letizia Ortiz y la llamó al menos cuatro veces para un nuevo encuentro. Se frecuentaron sin que nadie lo supiera hasta que él le propuso matrimonio. Para la entonces periodista no fue una decisión fácil, estaba abocada a su carrera y desde su divorcio del escritor Alonso Guerrero Pérez, no estaba en sus planes volver a casarse.
En agosto de 2003 y pese a que ambas familias sabían de la relación, todo se guardó en secreto. Felipe VI le pidió matrimonio en su coche, un Audi azul, pero Letizia se tomó tres semanas para pensarlo hasta que le confirmó que aceptaba la propuesta porque estaba muy enamorada y estaba dispuesta a cambiar su vida, porque debió dejar su profesión que tanto amaba para dedicarle su vida a la realeza.
Lee también: Formar parte de "Venga la alegría" es un sueño cumplido para Luz Elena González
Tres meses después, el 1 de noviembre, se realizó el compromiso y allí la noticia se hizo pública. Pero antes, una curiosa anécdota quedó en la historia. Letizia Ortiz salió a la madrugada, apurada, con un bolso chico y el portero le preguntó: “¿Cómo es que te vas a trabajar hoy tan temprano?”. “Me voy a otra cosa más complicada. Tengo un asunto importante entre manos”, le respondió mientras subía a un taxi. Ese asunto era el compromiso con el entonces heredero de la corona, acto que se concretó tiempo después.
La boda de Felipe VI y Letizia se celebró el 22 de mayo de 2004 en la catedral de la Almudena. Para el evento ella dispuso de maquilladores, peluqueros, ayudantes y miembros del personal de la Casa Real que no pudieron contener la emoción al verla subir al RollsRoyce que la conduciría a la iglesia. El vestido que lució, y que miró todo el mundo en ese momento, fue obra de Manuel Pertegaz.