Nadie está seguro, ni siquiera en un hospital. Al menos no hace dos décadas, cuando un hombre aprovechaba su condición de enfermero, para aplicar inyecciones letales a las víctimas.
"El ángel de la muerte", película recién estrenada en Netflix, cuenta la historia real de Charles Cullen, un hombre que pese a ser acusado de malas prácticas médicas, podía obtener trabajo en varios lugares, gracias a las lagunas en la regulación sanitaria estadounidense.
Eddie Redmayne ("La chica danesa" y "Animales fantásticos") da vida al asesino y Jessica Chastain ("La noche más oscura") a la mujer que ayudó a aprehenderlo.
Aquí te contamos la verdadera historia del hombre de ahora 62 años, que sembró terror en EU durante casi una década.
A este enfermero lo acusaron de 29 crímenes, pero dicen que realmente quitó la vida a 400 personas.
Charles Cullen sumó esa cifra durante su estancia en distintos hospitales de EU, entre finales de los 90 y la primera década del actual siglo.
Infancia dura
Su infancia, de acuerdo con una investigación policiaca, fue dura. Huérfano de padre a los pocos meses de nacido, fue víctima seguida del bulliyng cuando iba en la educación básica, que lo orilló a pensar en el suicidio.
Ya adolescente, su madre y hermana fallecieron en un accidente automovilístico y, apenas tuvo la edad necesaria, se enlistó en el ejército estadounidense sin que los exámenes psicológicos detectaran algo poco común en su comportamientos.
Con los militares estuvo por un sexenio, hasta que por diversos intentos de suicidio, lo dieron de baja.
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Sus inicios en la medicina
Tras salir del ejército, decidió estudiar enfermería y, sin que alguien detectara su mal comportamiento en el ejército, le daban trabajo.
Ya vestido de blanco, en algún momento fue acusado de esconder medicinas especializadas en el corazón y colocar inyecciones a personas mayores, sin que él fuera responsable de ello.
Su arma
Gustaba utilizar la digoxina, medicamento que se utiliza para regular el sistema cardiaco, pero que es mortal en dosis mal administradas.
El fin
En 2003, en un hospital de Nueva Jersey, conoció a Amy Loughren, una enfermera con la que estrechó fuertes lazos de amistad. Cuando comenzaron a ocurrir decesos extraños en el lugar, la policía entró en acción y encontró en Amy a una aliada. Ella ya se había dado cuenta de algunas cosas, pero se resistía a pensar que su amigo, quien varias veces le ayudó para cuidar a sus hijas, fuera un asesino cruel.
Cárcel
En 2006 Cullen fue condenado a 11 cadenas perpetuas. Siempre dijo que las inyecciones las proporcionaba para acabar con el dolor de los pacientes.
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