Natanael Cano dejó claro que se rige bajo su propia ley. En el concierto que ofreció anoche en la Ciudad de México fue una mezcla de rebeldía y poder, donde las reglas las dictó él, ante un público que lo alabó como el líder indiscutible del género urbano.
Rodeado de su Suburban color negro, llegó a su camerino detrás del escenario del Estadio GNP Seguros, acompañado de una caravana que lo custodió al lugar en donde aguardó a su salida.
“El concierto más importante de mi vida, te lo puedo asegurar después de seis, siete años de cantar, lo vamos a disfrutar, vamos a dar todo”, se escuchó en un audio que se reprodujo en el audio del renovado lugar, que Natanael nombró, sin embargo como “Foro Sol”, antiguo nombre del recinto.
Luego de una larga espera, el “Nata, Nata, Nata”, por parte de los 65 mil espectadores que se dieron cita se hizo sentir, y fue cuando el cantante de tumbados salió a las 22:00 horas a la tarima, entre cactus y una escenografía que emulaba a un desierto, con un escenario que tuvo como fondo un sol que lo acompañó en los primeros acordes de “El F”.
Natanael marcó ahí el tono de la velada —transmitida en simultáneo por Disney+—, llena de actitud belicosa y a ratos de romanticismo, que invitó a los presentes a evadir sus realidades.
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“Comunicación encriptada pa’ que no conozcan las tácticas, ya van llegando las rápidas”, retumbó con fuerza ante los aplausos de sus seguidores, demostrando no ser alguien que, al menos en sus letras, deba rendir cuentas a muchos: “Jefe del p... mercado, Culiacán representando”, continuó.
Desde el inicio, el sonorense dejó claro que no transitaría por la sutileza. Continuó alabando los excesos con “Selfies”: “Ya nomás me miran pasar, los lentes al reflejar, las niñas traviesas se vienen conmigo”, soltó con seguridad conectando de inmediato con los asistentes, quienes lo siguieron en “La codeína”, tema que mantuvo el tono belicoso. “Pura codeína y negociando”, cantó sin esquivar temas polémicos, al contrario, yendo directo a referencias del narcotráfico y la vida de riesgos.
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Una gorra de beisbol le cubrió la larga cabellera y un atuendo deportivo al estilo de los 80, con cadenas macizas de oro y diamantes del cuello acompañaron a Natanael.
Llegó un momento más introspectivo con “Mi nuevo yo”, en donde hace una confesión sonora de que, a pesar del éxito, no todo es lo que parece: “Valió la pena tenerlo todo, pero aquí adentro no hay nada”, dijo en un tono que contrastó con la energía del show.
El concierto se llevó a cabo mientras el sonorense enfrenta un proceso legal que refuerza su imagen de rebeldía. Hace apenas unos días, fue vinculado a proceso por intentar sobornar a policías en Hermosillo, algo que se pudo ver en un video viral en el que se le ve lanzando dinero al suelo.
La fiesta tumbada comenzó temprano, desde las 18:00 horas, con la presentación de artistas emergentes del género en el que el sonorense es pionero, quienes se encargaron de entretener al público antes de la aparición del acto estelar.
A pesar del tiempo que faltaba para el show, los asistentes, en su mayoría jóvenes y niños, predominaban en las gradas y en las zonas frente al escenario, protegiéndose de una lluvia esporádica.
La mayoría prefirió resguardarse debajo de las gradas, en la zona de baños —aún sin habilitar—, mientras otros aprovecharon la nueva cubierta del estadio, instalada para proteger a los asistentes.
Aun así, con cerveza en mano, los más fiesteros e irreverentes imitaron el carácter de Nata y, estoicos, soportaron al aire libre el viento y la lluvia, armados con impermeables de plástico de colores que adquirieron afuera del recinto, atentos a las actuaciones de Imnotakyo, Alejandro Buelna y Delilah.
Los estilos eran variados: gorras de beisbol representando a diferentes equipos, desde los Dodgers y Yankees hasta los Atléticos de Oakland, uno de los principales distintivos de los fans.
Además, abundaron playeras con grandes estampados del rostro de Nata en diseños llamativos. Muchos padres tatuados acompañaron a sus hijos. También mujeres y parejas le rindieron honores.