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Sentada a un costado del escenario frente a varios monitores, con una carpeta en mano donde hay cientos de indicaciones, un auricular en su cabeza y un radio a la cintura, la stage manager Kaori Hayakawa no deja que algo se le escape, todo debe realizarse en tiempo y forma tanto arriba como abajo del escenario, tal y como ella lo va dictando desde su lugar.

“Es mucha responsabilidad, siempre al dar tercera llamada es un nervio como si estuviera arriba del escenario, porque sabes que va a empezar la función y tienes que estar atento a que todo salga bien. Si algo pasa durante la función fuera de lo normal, cae sobre mí la responsabilidad de ver qué es lo que se va hacer para solucionarlo”, detalla.

Estudió mercadotecnia en su natal Torreón, Coahuila, pero poco tiempo pudo ejercer esta profesión, porque durante una visita a la Ciudad de México, un conocido le ofreció la oportunidad de integrarse a una producción teatral y así comenzó su preparación como muchos profesionales de los escenarios; alguien más le transmitió sus conocimientos y ella, dice, ha ido aprendiendo más por su lado.

“He tenido mucha suerte, a cada teatro que llego siempre hay alguien que me enseña, si no sé algo y pregunto toda la gente ha sido buena conmigo y me ayuda, y es que cuando inicié hace 15 años en México no había un lugar donde te enseñaran este oficio, tenías que irte a Estados Unidos, ahora Pepe Valdés tiene una academia”.

Kaori explica que el puesto de stage manager es ideal para que lo desempeñe una mujer, porque se trabaja haciendo muchas cosas al mismo tiempo y llevando una logística, y si a esto se le suma que a veces labora en más de una producción, hay muchas instrucciones ordenadas en su cabeza.

La stage manager asegura que entre su gremio, donde la gran mayoría son hombres (en la ciudad son siete u ocho chicas haciendo esto) no se ha enfrentado con alguna situación de discriminación por ser mujer, al contrario, se lleva bien con sus colegas e incluso la han apoyado sustituyéndola cuando no puede estar en algún montaje.

“Cada día es diferente para mí, por ejemplo, ahora estoy en montaje de otra obra y en la mañana voy a esos ensayos, los últimos cinco años han sido de correr de teatro a teatro; hay días cuando no hay nada que puedo dormir hasta las 3 de la tarde y después me vengo al teatro. Si ahora me preguntan cuándo es mi día de descanso, es hasta el 22 de abril”.

Esta mujer bajita y sonriente tiene su vista en Estados Unidos, a donde piensa emigrar en cuanto Mentiras el musical baje el telón, porque comenta que quiere enfrentar nuevos retos y no se ve haciendo otra cosa en su vida.

“Voy a estar aquí mientras haya teatro. Esto no es fácil, es muy sacrificado pero vale la pena todo, hasta los malos ratos”, asegura Hayakawa.

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