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Un ruido distorsionado, acompañado de una luz roja comenzó, el público entendió: faltaba poco para por fin ver a la banda que durante años los acompañó en su juventud y que ahora traía recuerdos llenos de nostalgia.
Uno de los faros que iluminaron el concierto era enfocado y desenfocado constantemente, con la finalidad de hipnotizar al público asistente.
Finalmente el escenario se envolvió en esa oscuridad característica que My Chemical Romance, reforzó a través de sus letras y sus sonidos.
En lo alto del escenario múltiples focos rojos se tiñeron de un rojo intenso, cuando por fin una guitarra triste y melancólica, comenzó su sonido, acompañada del solemne teclado, y una precisa batería.
Caracterizado de príncipe, con armadura y capa Gerard Way comenzó su cátedra, alternando con los solos de guitarra agudos y estribillos que el público coreaba con intensidad.
De la solemnidad llegaron los guturales ruidosos, las guitarras rápidas, y el sonido de un doble pedal en el bombo, a las espaldas del grupo, una urbe incendiándose.
Germán Espinosa/EL UNIVERSAL.
Entre los asistentes, las cabelleras no dejaron de agitarse de un lado a otro, mientras los brincos fueron generalizados, emos o no todos disfrutaron la banda estelar de la primera noche del Corona Capital.
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Nostalgia al máximo nivel
La nostalgia invadió a algunos al borde del llanto, abrazados con sus amigos, o con su pareja, disfrutaron cada tema fundidos en un abrazo en medio de la multitud.
Al llegar el tema "Na nanana" todo el público coreo, e incluso hubo grupos que abrazados brincaron en círculos de un lado a otro.
Bañado en sudor Gerard lanzó otro de sus temas más actuales, que igualmente puso a gritar y alzar las palmas a todos sus seguidores, que como el gimieron hasta el final.
Pero con "Cáncer", la intensidad se fue por unos minutos, y la gente alzó las luces de su teléfono, para entonar uno de los temas más tristes y lentos de la agrupación.
Germán Espinosa/EL UNIVERSAL.
Casi por finalizar el slam y los empujones, de los cuales la banda había advertido previo a su concierto llegaron de la mano de "Welcome to the black today", donde propios, extraños, fans o no, gustaran del slam o se encontraran en el camino quedaron en medio de los remolinos de público que se formaron en varias zonas del concierto.
Como una especie de catarsis, los asistentes se fueron liberados, satisfechos, tranquilos, después de los gritos, ruido, jalones, brincos y empujones.
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