The Weeknd parece tan abierto en los videos de sus temas, tan abierto en las fotos de sus relaciones —con Selena Gomez, con Bella Hadid—, tan abierto cuando canta ante miles de seguidores en sus conciertos, pero no lo es.

Casi nunca lo han entrevistado.

Ofreció una charla con Times en mayo pasado, la plática anterior la tuvo con The Guardian en noviembre de 2016. No hay mucho más, Abel Tesfaye no es alguien dispuesto a dejarse descifrar. Es casi el opuesto de su generación, tan alejado de los posteos, ensimismado en un universo indescifrable que se le fue construyendo en Toronto, donde creció ante lo adverso.

La vida es buena con él ahora, pero no parece importar. Vive en Calabasas, California, en una zona exclusiva con Kim Kardashian y Drake de vecinos. Nada que ver con su barrio en Toronto, el que lo empujó a abandonar la escuela en un fin de semana eterno —se dice que el nombre de The Weeknd proviene de ese momento—, a pisar la cárcel y a consumir marihuana las 11 años. Luego Xanax, cocaína, psilocibina y ketamina, drogas de las que salieron muchas de las composiciones que hoy son un narcótico para millones de sus contemporáneos, amantes de su R&B resignificado, con una voz poderosa y semisintetizada. Muy actual.

El cantante, contó a Times, cree que sus temas tan desorientados, tan de desdicha amorosa, de golpes bajos, son ideales para los millennials como él, tiene 28 años. “Son la definición del amor que sentimos, o de lo que están pasando los chicos y chicas de 20 y 18 años”, dijo. “Esa música es especial, y siento que es lo que necesitan”.

“Así que di mi nombre/ Di mi nombre cuando te besé con tanto cuidado/ Quiero que te quedes/ Aunque no me quieras/ chica, ¿por qué no puedes esperarme?”, canta en “Call out my name”, el sencillo de su nuevo EP, My dear melancholy, cuya gira lo trae a México el lunes y martes próximo en el Palacio de los Deportes.

Las letras son claras. El álbum es llamado el de la ruptura porque fue lanzado varios meses después de que él y Selena Gomez terminaran su relación.

“No quiero abrir la caja de Pandora, hablando de relaciones”, se justifica cuando es interrogado al respecto por Kara Brown, periodista de Times.

Aunque admite que “Sin duda” está soltero y que la grabación de este disco fue catártico: “Fue terapéutico —dice—. Fue como cerrar un capítulo”.

Antes de la melancolía, hubo otro álbum, admite el cantante. Uno grabado presumiblemente mientras salía con Selena Gomez.

“No fue melancolía en absoluto porque fue un momento diferente en mi vida —detalló—. Fue muy optimista, fue hermoso”.

El proyecto fue desechado porque su vida cambió: “No quería hacer algo que no sentía”, dice. ¿Alguna vez lo oiremos? “Nunca”, dijo enfático.

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