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A pesar de las fallas en el sonido y no estar al 100 en la voz, La Jefa Alicia Villarreal logró poner a bailar y cantar al público que se dio cita en el Teatro Metropolitan la noche de ayer para escucharla cantar.

En esta ocasión fueron pocas las personas con botas y sombrero en el lugar, pero los presentes ahí reunidos iban con toda la actitud de divertirse. La Jefa apareció sentada en un trono, luciendo un vestido en negro y plata e inició su interpretación de los temas “Haz lo que quieras” y “Sentimientos”, con la participación de 17 músicos, entre mariachi y grupo.

Desde el principio, el sonido le jugó una mala pasada a Alicia, quien se escuchaba ronca y con poca potencia, sin mencionar que los instrumentos se perdían, falla que la propia cantante puso en evidencia y pidió disculpas por ello.

Después de canciones como “Te aprovechas”, “Si una vez”, “El príncipe” y “Ay, papacito”, por mencionar algunas, sonó el “Son de la negra”, “Viva México” y “El cascabel”, mientras Alicia salía del escenario, volviendo minutos después luciendo un traje de charro en color vino con dorado.

“No saben qué orgullo tengo de tener la oportunidad de portar un traje de charro, qué orgullo ser mexicana, qué orgullo ser la mujer que soy, aunque a veces digo una que otra grosería”, declaró la intérprete antes de anunciar que el 15 de septiembre estará presentándose en el Zócalo.

“La que baje la guardia”, “Acá entre nos” y “Échame a mí la culpa”, se escucharon antes de que la llamada Güerita Consentida explicara que el tema que seguía tenía un significado especial para ella y era la primera vez que lo cantaba profesionalmente.

“Esta canción la cantaba con mi papa cuando tenía cinco años, a mi viejito le encanta el amor”, dijo antes de cantar “Tragos de amargo licor”.

“Esta se la dedico a mi Cruz (su esposo, el músico Cruz Martínez), porque yo tengo una cruz en mi corazón”, expresó antes de “Inmenso amor”.

En el recinto se comenzó a escuchar el grito de “La yegua, La yegua” y Alicia los complació, cerrando de esta manera dos horas de concierto, donde la gente no pudo evitar ponerse de pie y bailar en los pasillos.

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