Un ser humano humilde, generoso y sobre todo un gran maestro, es como recuerdan a Juan Gabriel algunos cantantes que, tras cuatro años de su muerte , agradecen a la vida la oportunidad que les dio de convivir y aprender muchas cosas de él.
Amar la vida y gozarla, es una lección que el Divo de Juárez le dejó a la cantante Mariana Seoane , quien expresó a EL UNIVERSAL, que además de apadrinarla musicalmente, pudo entablar una amistad y compartir un amor fraternal que iba más allá, fue un gran amigo que la apoyo incondicionalmente.
“Siempre me dijo que disfrutara la vida porque era muy corta, que la vida era demasiado complicada para complicárnosla más, todo pasa en la vida, lo que hoy es noticia mañana no, como el preocuparnos tanto por lo que va a suceder, pero lo que sucederá no se sabe y por otro lado siempre existe la posibilidad de reinventarnos, cada día es un renacimiento, son cosas que cada día hablaba con él”, dijo.
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La también actriz compartió una historia en donde se podía apreciar el gran humor negro que caracterizaba al compositor, que iba acompañado de gentileza y en el caso de Seoane de una gran oportunidad en su carrera artística.
“Nos conocimos hace muchos años, yo era artista de Ocesa y esta empresa le compró unos conciertos, eran ocho conciertos, siete en el Auditorio Nacional y uno en el Foro Sol, entonces Ocesa le dijo: ‘mira estamos haciendo el lanzamiento de esta chica, que está arrancando su carrera, es actriz’ y dijo que estaba bien, finalmente yo le abría los conciertos con el telón abajo y pues yo salía cantando cuatro canciones antes de su show”, recordó.
La presión que sintió por abrirle a uno de los máximos exponentes de la música en México fue demasiada, explicó que tenía mucho miedo y mucha inseguridad, sobre todo porque las críticas no estaban a su favor, decían que las actrices que cantan no funcionaban, haciendo que su nerviosismo aumentara sobre el escenario.
“Llega el tercer concierto, todavía no me lo presentaban y no lo había saludado, y en eso entró a mi camerino y me dijo: ‘¡ay mija!, ¿cómo estás?, ¿cómo te va?’, y yo muy emocionadísima le dije: ‘señor muchas gracias por darme esta oportunidad’, y me dijo: ‘sabes que mija, ya lo estuve pensando bien y ya no quiero que me abras’ y yo tenía un silencio, de trágame tierra, como que me imaginé toda una película en mi cabeza y él con ese humor negro que tenía, esperaba que yo estuviera a punto de llorar, y después me puso la mano en el hombro y me dijo: ’no mija usted no me está entendiendo, usted no nació para ser telonera de nadie’, venga yo la voy a presentar en mi concierto, le voy a montar dos canciones con mi orquesta, vamos a ensayar’”, compartió.
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La humildad por compartir sus conocimientos artísticos a las nuevas generaciones era admirable y como un gran maestro así lo recuerdó Aida Cuevas , que también tuvo la oportunidad de ser alumna del compositor de “Amor eterno”.
“Compartí muchas cosas, bendito Dios me dio la oportunidad de tenerlo como maestro, es el mejor maestro que la vida me ha dado a nivel artístico, aprendí de él en cómo interpretar, cuando nos metimos al estudio de grabación que fue sensacional, aprendí de un gran compositor, me regaló diez temas inéditos, es mi compadre, porque fue padrino de mi hijo mayor Rodrigo, aprendí la calidad humana y artística, de que nunca te debes negar a dar un autógrafo o una fotografía”, comentó Aida.
También fue un gran maestro de vida, así lo detalla Mariana, con quien platicaba de varios tópicos, mostrando su gran intelecto.
“Además de tener la oportunidad de ser su amiga incondicional, de viajar y vivir muchos momentos con él, siempre tuvo ese don humilde, era una persona muy generosa, una persona que compartió siempre sus mejores consejos, su manera de ver la vida, un hombre muy sabio y que evolucionó mucho, déjate el artista, sino como ser humano maravilloso, tenía muy claro todo, hasta la religión misma, era un hombre muy sabio”, explicó.
Por muy grande y exitoso que llegó a ser “Juanga”, como mucha gente le dice de cariño, nunca perdió el piso y siempre agradeció a su público y a todas las personas que lo ayudaron en su camino, así lo recordó José Alfredo Jiménez Mendel, quien pudo convivir con quien fuera alumno de su padre.
“Él me dice; ‘si vamos a hablar de tu padre tiene que ser frente a frente y debe de haber música’”, contó José Alfredo que fue la respuesta de Juan Gabriel cuando lo contactó para recopilar más información de cómo fue su padre en vida.
“Me citó en Tijuana, era 2012 estaba muy emocionado y dije que no podía salir con preguntas tontas, que tenía que llevar una entrevista estructurada. Y cuando estábamos a punto de grabar la entrevista le digo: ‘oye Alberto, aquí traigo una serie de preguntas, para que me digas si hay alguna que no te parece o no te gusta y la quitamos’, dándole un lugar y un respeto y me dijo: ‘te voy a contestar como me contestó tu padre hace treinta y tantos años (en ese momento) allá en Dolores Hidalgo, tu papá me invitó a su homenaje de 25 años de compositor y cuando yo llegué le dije mire José Alfredo, yo me sé todas sus canciones, todas, y como yo iba a cantar primero y era desconocido, apunté algunas canciones para que me dijera cual podía cantar para que no se molestara y agarró el papel y lo vio de reojo y me dijo que cantara lo que yo quisiera, de la misma manera que me dijo tu padre, hoy yo te digo a ti, pregúntame lo que tú quieras’”, relató.
Esa sencillez y agradecimiento que mostró el cantautor, nunca la podrá olvidar el hijo más pequeño de José Alfredo Jiménez, que además gracias a él, pudo saber muchas cosas que desconocía de su padre, y ahora puede decir con gran seguridad que ambos, tanto su padre como Juan Gabriel eran grandes seres humanos.
“Le pregunté cómo percibías a José Alfredo como ser humano y me dijo, ‘mira cómo se me enchina la piel, que te digo de tu papá, si él me dio de comer, me sacó de la calle, porque yo dormí en la banca de Garibaldi y gracias a tu papá y a Lucha Villa, me dejaron dormir en el teatro, porque yo dormía en la calle’, imagina esa gran calidad humana de Juan Gabriel”, puntualizó.
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