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Antes de ser coronado como El Príncipe de la canción, José José tuvo una vida llena de altibajos que lo marcaron dentro y fuera de la música. Nacido el 17 de febrero de 1948 en Azcapotzalco, José Rómulo Sosa Ortiz, nombre real del cantante, tuvo el talento incrustado en su ADN.
Fue hijo del tenor José Sosa Esquivel, quien debutó en 1950 en Bellas Artes, y de la concertista de piano Margarita Ortiz, quienes además procrearon a José Octavio (historiador musical), y a Héctor (pianista), quien también se inclinó por la música, pero fue José quien tendría la estrella para el canto.
Desde sus primeros años mostró ganas de adueñarse el micrófono al participar en los festivales y coros escolares, lo que le dio su primer acercamiento al amor y cariño del público. Mientras tanto, aprendía a tocar la guitarra, siguiendo también la orden de su padre de continuar con sus estudios en mecánica de aviación, además de la tendencia de escuchar únicamente música clásica en casa.
Esto significó el inicio profesional de su carrera, sin embargo, no tuvo el impacto que él quería. Esto sólo incremento su deseo de superación y lo llevó a crear un trío enfocado en el jazz y bossa nova, bajo el nombre de Los Peg, acompañándose de Enrique Sánchez y Alberto Herrera.
Si bien muchos ojos disfrutaron de su voz y ritmo antes de ser una estrella mundial, un oído quedó prendido bajo su encanto y fue el del compositor mexicano Rubén Fuentes, hoy director musical de el Mariachi Vargas de Tecalitlán, quien le ofreció un contrato con la filial RCA Víctor. Esta mancuerna vendría con una condición dolorosa para el cantante: debía dejar los centros nocturnos.
Bajo el oído de Fuentes y en dupla con Armando Manzanero, lanzó en 1969 su primer LP y decide dejar atrás el nombre de Pepe Sosa y a manera de homenaje a su padre, quien había fallecido un año antes debido a su alcoholismo, se autonombra José José.
Tuvo mediana aceptación pero luego llegaron éxitos como “Sin ella”, “Pero te extraño” y “Cuidado” y finalmente “La nave del olvido”, de Dino Ramos, le ayudaría a tener su primer gran tema.
El cantante se fue abriendo paso lento pero seguro como uno de los mejores intérpretes de la música en español y su presentación en 1970 durante el II Festival de la Canción Latina —después conocido como OTI— cimbró su carrera. “El triste” fue la canción interpretada; no le dio el triunfo, lo que fue considerado por el público como un robo, pero le abrió las puertas de otros mercados como Israel y Rusia.
Este fue el inicio de una década llena de logros, entre ellas su “coronación”, pero también de muchos sin sabores.
El cantante comenzó a repetir la historia de su padre, mezclando la música con el alcohol, por lo que su madre internó en un centro contra las adicciones; un año después retomó su carrera y debutó en el cine con Buscando una sonrisa, al lado de Nadia Milton.
Al sentir poco apoyo de la disquera RCA, José José terminó su contrato y firmó con Ariola, con quien lanzó el disco Reencuentro y canciones como “Buenos días, amor” y “Gavilán o paloma”. Vinieron una cascada de discos y de éxitos.
Otro de sus grandes logros fue convertirse en el primer cantante latino en hacer videos musicales de sus canciones.
Luego vino un declive. Producto de incansables giras nacionales e internacionales, así como la constante grabación de discos, además de sus problemas con la bebida, trajeron como resultado un deterioro en la voz.
Tras una recuperación y varios discos más, logró su propia estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood y un premio Grammy por su trayectoria.
En 2006 formó parte de la telenovela La fea más bella y al siguiente año develó una estatua y un busto en su honor en la Ciudad de México.
Una parálisis facial lo sacó de circulación. Casi al mismo tiempo fue lanzada su autobiografía Ésta es mi vida pero su salud volvió a quebrantarse.
Hacia 2015 regresó con un concierto en Teatro Metropólitan en 2015. Fue su última presentación como cantante.