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Descubres que tu artista favorito estará en la ciudad, compras tu boleto y esperas con emoción la fecha pactada para corear a su lado tus canciones favoritas. Pero, ¿qué pasa si eres sordo o estás perdiendo tu capacidad auditiva?
Esta fue “la gasolina” que motivó a María Laura López, directora de la Fundación Silencio AC, a buscar la forma de que la música siguiera siendo parte de su vida.
A partir de su propia realidad, María Laura buscó la forma de darle un uso diferente a una mochila en forma de chaleco que a través de sus vibraciones permite disfrutar de un concierto.
“La inquietud de la fundación nace de mi experiencia, yo soy hipoacúsica diagnosticada desde hace 20 años y he ido perdiendo el oído progresivamente. Tengo pérdida profunda y decidí que si quería mantenerme vigente, conectada laboral y socialmente, y con acceso a entretenimiento, tenía que hacer algo. Quise preparar el escenario para que cuando yo pierda el oído por completo siga teniendo acceso a cultura, entretenimiento y música. Me parece que todas las personas tenemos derecho a disfrutar lo que te provoca la música”.
Reconoce que el proceso no fue sencillo, ya que tuvo que encontrar a las personas que quisieran sumarse a este proyecto.
La mochila en forma de chaleco, que proviene de Canadá, fue la solución ya que, combinada con un equipo técnico, logró identificar que las vibraciones podían hacer que los sordos y las personas hipoacúsicas como ella, “sintieran” la música.
“El proyecto nace como una catarsis de mi propia enfermedad. El propósito de la fundación es total y absolutamente honesto porque yo lo vivo. Y la búsqueda de experiencias de inclusión y de habilitación (que preferimos llamar para sordos hipoacúsicos) está muy pensada desde la raíz del problema. Tenemos el compromiso de no hacerlo por una cuota de inclusión, realmente es tema de habilitar los lugares para las personas”.
Logística. La directora afirma que la mochila es sólo una de las piezas en este enorme rompecabezas tecnológico, ya que además se necesita conectarse a la consola principal, transmisores y receptores de gran calidad para que detecten la frecuencia en tiempo real, así como gente que signe y traduzca las canciones, ya que la parte sensorial es una cosa pero la parte visual y lírica es otra.
“La mochila tiene unas membranas táctiles que reaccionan al sonido a la hora de conectarlos a una fuente de audio vía alámbrica o inalámbrica por medio de radiofrecuencias. Lo que hace es que todas las notas graves las convierte en vibraciones de diferentes intensidades, velocidades y en diferentes lugares de la mochila. Esto es como una sustitución de lo audible para que tú sientas lo que sucede con la música, como la batería o el bajo, que vibran más que los agudos. Si has visto cómo vibra una bocina, es exactamente ese efecto pero en tu cuerpo. Lo único que siente un sordo son las vibraciones, que es una sustitución sonora, se transmite el sonido a través de vibraciones”.
López creó, a partir de esta idea, la Fundación Silencio A. C., que ha tenido buena respuesta; luego de que Facebook México los “conectara” con Corona, lograron que 60 personas asistieran a la edición del año pasado del Festival Corona Capital, donde luego de meses de preparación, tanto para el personal como para los sordos que lo intentaron, la experiencia fue buena.
“La primera prueba fue conmigo misma, con una canción conocida (“Dance yrself clean”, de LCD Soundsystem, recordó) que me gustara mucho y que yo pudiera entender cómo el sonido se convertía en vibraciones. Después de que la probé nos tardamos un poco en fundar el proyecto, encontrar patrocinadores y aliados. No es fácil explicarle a nadie que vas a llevar a sordos a un concierto, es un poco un tema negativo y de discriminación porque, ¿por qué vendría un sordo a un concierto? La música es más allá de sólo escucharla, es un tema totalmente sensorial, puede ser táctil o visual, y para mí es una cosa más sentimental y emocional que lo audible”.
María Laura dice que la prueba de fuego fue el Corona Capital ya que significó el lanzamiento público de la fundación.
“Tenemos un equipo pequeño en la fundación, porque al final la comunidad sorda en México tiene cierta reserva de por qué se deberían de incluir a esto si se sentían totalmente ajenos. La buena respuesta nos ayudó a difundir y la idea es ir creciendo, habilitar más lugares”.
Plan. La directora de la fundación afirmó que a través de este proyecto espera ayudar no sólo a personas que, como ella, llegó a sentirse excluida, también prevenir a futuras generaciones que no saben el riesgo que existe al escuchar música en volumen muy alto y que invariablemente atravesarán el mismo sendero por el que ella camina.
“La discapacidad auditiva es la menos evidente y la que tiene menos conciencia en la población. Va en aumento porque la discapacidad auditiva puede ser producida por ruido y hay millones de personas que están en riesgo de perder el oído, no nada más en un tema de edad, también por los patrones con los que escuchamos audífonos”.
La visibilidad que logra con este proyecto le premite hacer crear conciencia y prevención. “A partir de 80 decíbeles más de 15 minutos al día, es muy peligroso, todos vivimos en peligro de pérdida auditiva y al dar este tipo de mensajes la gente lo entiende. Nosotros necesitamos acceso y tú necesitas cuidarte”.