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Rebelde como siempre ha sido, Joaquín Sabina desobedeció a su doctor quien le recomendaba reposo, y se presentó en el Auditorio Nacional.

Qué importaba lucir gafas oscuras, si esto tapaba el golpe en el ojo derecho que, hace días, se provocó al golpearse con una puerta en San Luis Potosí.

“¡Juro que sólo llevaba dos tequilas!”, dijo a un público que llenó el inmueble, con capacidad de casi 10 mil personas.

Si quien acaba de cumplir 69 años hubiera hecho caso al galeno, no habría recordado su juventud cuando entre algunas cosas, tocaba el trasero de las chicas.

“Me van a llamar acosador, ¡es lo único que no me han llamado todavía!”

Y tampoco, previo a “No tan deprisa”, mandar un mensaje a Donald Trump, el presidente estadounidense, con su idea de construir un muro con México.

“Ese mentecato, bueno, es poca cosa, el imbécil, el hijo de pe, sepan ustedes que si eso alguna vez sucede, tengo bien elegido de qué lado de la frontera me quedaré”, exclamó, siendo aplaudido y vitoreado por varios asistentes.

Si por un momento Sabina no fuera el desobediente cuya leyenda lo ha forjado, no se habría colocado sus calcetines a rayas negras y blancas, su traje en color vino y una playera negra con estoperoles en las orillas, para salir a cantar.

Tampoco habría convocado a su equipo de seis músicos, con su corista y mucho menos, los vendedores de discos piratas, afuera del Auditorio, los habrían vendido a 10 y 15 pesos o el DVD a 30 monedas.

Por supuesto, el andaluz no disfrutaría la reacción del público al mencionar que varios de su equipo llevan 35 años con él.

“¡Un tiempo que ninguna mujer me ha aguantado!”, exclamó.

“Quien más quien menos”, “Lágrimas de mármol” y “Donde habita el olvido” formaron parte del repertorio en la primera hora del recital, en la que fiel a su sello, conversó con el público gran parte del tiempo

“A mí me gusta estar mucho en los escenarios, no tanto grabando discos”, dijo al momento de ir presentando a cada uno de sus acompañantes.

“Cuando hay quienes dicen que en la giras se sienten fuera de casa, de la familia, yo creo eso es una cosa rara, aquí el escenario es mi casa”, subrayó.

Y por eso Sabina no le hizo caso al doctor.

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