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Si usted compró un boleto de esos que están hasta adelante para ver de cerca a Marc Anthony, está bien, vivirá un buen show.
Pero honestamente la verdadera fiesta se vive lejos del escenario.
En el Palacio de los Deportes, el cantante puso el ambiente y en los últimos lugares la fiesta estaba a todo lo que daba.
Entre vueltas, movimientos de pies y uno que otro abrazo apretado, los fanáticos de la salsa bailaron cual fiesta de 15 años, bodorrio o bautizo.
Los que estaban arriba, pues igual se levantaron para mover las caderas, porque eso de darle al zapateado no se podía, pero eso no le quitaba la sabrosura del momento.
De lentes negros, playera blanca, saco y jeans, el cantante apareció para presumir voz, movimientos y sonidos que a pocos dejan quietos.
El salesero tiene por placer asombrarse de sus fans.
El coro que se arma con sus canciones, a una sola voz, en efecto, impresiona.
Así, 15 mil personas unieron sus voces para acompletar las canciones que el cantante silenciaba.
A sus 50 años, reconoció que la altura de la Ciudad de México le estaba costando trabajo.
La lucha contra ese factor estuvo durante toda la velada.
Sin embargo, pareció olvidarlo con las canciones que otros artistas han interpretado. Con “Hasta que te conocí, “Abrazame muy fuerte” y “Y cómo es él”, presumió su voz.
Incluso con estas canciones el público decidió no bailar y grabar el momento con sus celulares, ya que a los primeros acordes de esos temas de inmediato las pequeñas pantallas de luces aparecieron. Al neoyorquino aún le quedan dos presentaciones, una en Guadalajara y otra en Monterrey.
El público femenino fue el que más disfrutó la velada, y los caballeros que iban resultaron buenos acompañantes a la hora de la bailada.