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Parecía un sol y de alguna forma, lo era. Jorge aclaró más tarde que ese círculo naranja que se levantaba sobre los músicos en el escenario del Metropólitan era la boca de una guitarra, guitarra que dio luz a su nuevo disco: Salvavidas de hielo.
Hace años que el ganador del Oscar por Al otro lado del río es un viajero incansable que lleva consigo dos cosas: su guitarra y voz. No le da pena decir que una vez vino al foro El Tejedor y tuvo cerca de 10 asistentes; hoy las cosas y la muestra es que este viernes celebró su primer sold out en la Ciudad de México.
El concierto inició con unas manos golpeando la guitarra en diferente intensidad y ritmo, dando lugar al silencio y luego, un estruendoso aplauso de los que celebraban con Drexler ese momento, la invitación a vivir con él una montaña rusa de emociones.
Se hincó en el escenario, saludó a todos y comenzó y cantó “Movimiento”, uno de los emblemas del disco. Emocionado, agradeció que a tan poco tiempo de haberlo lanzado ocurriera algo que pocas veces pasa: oír al público corear esas nuevas canciones.
El uruguayo intercaló las canciones de Salvavidas de hielo con las de otros discos como “12 segundos de oscuridad”, canción que nació en una etapa oscura en su vida.
En este nuevo disco grabado en México, Drexler invitó a varios artistas con los que ha hecho mancuerna, como la chilena Mon Laferte, David Aguilar y Joel Cruz Castellanos, integrante del grupo de son jarocho Los Cojolites. Todos ellos lo acompañaron este viernes.
Desde el escenario, Drexler contaba algunas anécdotas que le ha tocado vivir. También aclaró que cuando fue médico era feliz, pero no tanto como ahora que dedica su vida entera a la música.
Mientras que con “Movimiento” Drexler deja claro que todos somos migrantes en este mundo; con canciones como “Despedir a los glaciares” hace una reflexión sobre el cambio climático, el tema nació cuando se enteró que Venezuela será el primer país en perder su último glaciar. En “Estalactitas” hace homenaje al amor joven, ese que el mismo Drexler dijo, le tocó vivir hace ya varios años.
El uruguayo no olvidó a agradecer a aquellos que le dieron una oportunidad cuando él era joven, como Joaquín Sabina, a quien agradeció con dos canciones: “Milonga del moro judío” y “Pongamos que hablo de Martínez”.
También homenajeó a Leonard Cohen y a Tom Petty.
El concierto tenía que terminar pero no sin antes cantar la primera canción que compuso para este disco: “Quimera”, un guiño a su oficio de contador de historias.