El sentimiento hecho canción, el bolero, fue incluido como patrimonio inmaterial de la nación en Cuba, su cuna y se buscará que lo sea también de la humanidad con el apoyo de México.
La presidenta de la Comisión Nacional de Patrimonio Cultural, Sonia Mojena Pérez, informó sobre la decisión de incluir a este género musical en la lista de la institución, indicaron medios de prensa cubanos el miércoles.
El acto oficial fue realizado el martes por la tarde y contó con la presencia no sólo de artistas, sino del encargado de asuntos culturales de la Embajada de México en la isla, Javier Villaseñor, quien trajo un mensaje de las autoridades de su país reconfirmando su interés en llevar adelante el expediente que pondría al bolero entre las joyas de la humanidad propiciada por la UNESCO.
Este género, vocal, instrumental y bailable fue registrado con su insuperable sabor en Cuba en 1883, con la composición “Tristezas” del creador isleño José “Pepe” Sánchez, y luego se difundió a toda América Latina, donde hasta el día de hoy se cultiva. En México causó furor y tiene cientos de miles de aficionados.
En el acto oficial, que se realizó en los jardines de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, estuvo la bolerista Beatriz Márquez y Orlando Vistel.
Expresión de los sentimientos más íntimos o profundos, el desamor, la perfidia, el desencuentro, la pasión o el olvido, el bolero lleva más de un siglo en los repertorios de casi todas las estrellas de la música latina, desde Armando Manzanaro , Gloria Estefan, Luis Miguel o El Cigala, hasta los locales cubanos Descemer Bueno, Kelvis Ochoa, Olga Guillot, Elena Burke y el llamado Bárbaro del Ritmo, Benny Moré.
En sus etapas iniciales, el bolero fue básicamente un género para tríos de guitarra. Luego se fue volviendo más complejo a través de las orquestas tropicales y adquiriendo un refinamiento que lo llevó al gusto de todas las clases sociales y sectores intelectuales que incluso impulsaron su fusión, masificándose a través de la radio y la televisión a lo largo del siglo XX y sobreviviendo al XXI.
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