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Zaachila, Oax. -El día se acerca. Los cien músicos que tocarán en el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Cenart) el próximo 19 de abril, acompañados del coro de la Fundación Air France, ensayan sin parar. En el recinto cultural que floreció en torno al basurero municipal, la música transforma la vida de los niños.
La Quinta Sinfonía de Beethoven es el reto más grande que hay que vencer. El flautista de la ópera de Grecia, Zacharías Terpangos, funge como el director de la orquesta de cámara.
Los primeros violines dan las notas iniciales de la pieza y el público, compuesto por maestros de música e integrantes de la televisión francesa, quienes filman un documental sobre la Escuela de Iniciación Musical Santa Cecilia, se estremece.
El director artístico de la escuela, Camerino López, en entrevista con EL UNIVERSALl, cuenta que el concierto será la primera gran presentación de la iniciativa que surgió en el verano de 2011, como una propuesta para alejar a los jóvenes de las prácticas delictivas, comunes en la zona. Los pequeños músicos en formación, son hijos de transportistas, trabajadores de la construcción y pepenadores.
Aunque el camino ha sido largo, las clases han rendido frutos, y algunos egresados de la escuela de la zona oriente de Zaachila, han ingresado al Centro de Capacitación Musical y
Desarrollo de la Cultura Mixe (Cecam), la Escuela de Bellas Artes y al Centro de Integración Social (CIS) de Zoogocho.
Uno de ellos es Erick Neftalí Ruiz Fuentes, de 18 años, quien está por culminar su bachillerato en el Cecam. Llegó a la escuela casi obligado por su mamá, confiesa, pero al encontrar eco en sus compañeros de la escuela, encontró motivación. Es saxofonista y empieza a aprender a tocar el fagot. Piensa dedicarse de lleno a la música, pero primero retribuirá a la escuela Santa Cecilia lo aprendido por cuatro años, impartiendo clases.
Colegiatura simbólica. Por las clases, los niños pagan una colegiatura simbólica de 12 pesos al día, sin embargo, lo recaudado apenas alcanza para solventar los gastos de la escuela. La ayuda de la piloto de Air France, Isabel de Boves, ha sido primordial para sostener la academia, pues hasta el momento, el gobierno local no ha apoyado al proyecto.
Desde noviembre pasado, el recital se convirtió en el objetivo. Los maestros eligieron piezas como la Quinta Sinfonía, de Beethoven; El Cantique de Jean Racine, de Gabriel Fauré, que se interpretará con los 80 cantantes del coro Air France; el repertorio también incluye el Danzón Nereidas, del zaachileño Amador Pérez Torres, y Dios Nunca Muere, de la autoría de Macedonio Alcalá.
El repertorio entusiasma a Victoria Orozco Morales, de 11 años, quien mientras sostiene su violín con fuerza admite que está nerviosa y estresada por la jornada que está por venir. Aunque le gusta la música moderna, tocar Dios Nunca Muere y Nereidas la llena de orgullo, pues será muestra de su identidad oaxaqueña ante el público que asista al concierto.
Un maestro belga, profesores de orquesta veracruzanos, una maestra de la ópera de Bellas Artes y otros músicos aportaron sus conocimientos para preparar a los niños. En víspera del concierto, el reto es ensayar el mismo día del recital con los integrantes del coro, a quienes nunca han visto. El 21 de abril la orquesta tendrá un segundo concierto en el Teatro Macedonio Alcalá en la ciudad de Oaxaca.
Ver crecer un proyecto que al principio no generaba expectativas, llena al director de orgullo, el sentimiento es compartido por el director invitado, Zacharías Terpangos, quien desde el 10 de abril ensaya 10 horas diarias con los jóvenes músicos. “El concierto además de la música, tiene que ver con la formación de los niños como seres humanos. De potencializar sus habilidades y su empeño para propiciar el bien de la comunidad”, dice.
Zacharías Terpangos ha dado clases de música en países como Japón, Rusia y Siria, sin embargo, asegura que la experiencia en Oaxaca servirá para formar seres humanos con buen corazón que sean capaces de mejorar su entorno.