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erika.monroy@eluniversal.com.mx
Guadalupe Contreras Ramos está ahí, sentada y con el mar de fondo, ese mar acapulqueño en donde las cenizas de sus padres se esparcieron hace varios años y por lo cual tiene una sensación de estar en familia.
A ella no le gusta mucho dejar su casa en Cancún, ni tener que hacer maletas o tener que maquillarse, ponerse pestaña postiza ni todo eso que se necesita para salir frente a la cámara. No, ella prefiere estar en su intimidad, en su territorio y sin tener que hablar mucho de sí misma.
Es entonces que la artista comienza a surgir. Ella no sabe diferenciarlo de manera consciente pero sí sabe qué cosas disfruta una y qué cosas prefiere la otra.
Llega el momento en que Lupita D’Alessio tiene que hablar, total, ella es la famosa, la que se sube al escenario y se le llena el estómago de adrenalina al escuchar “¡Lu-pi-ta, Lu-pi-ta!”. Aquel coro ha sido la única adicción que permanece en su vida. “Ya cuando estoy en el escenario con la gente que gusta de mi música, cuando ese Lu-pi-ta se escucha, eso me gusta, siento bonito y se me olvida todo. El aplauso es un imán, es como adictivo y ese cariño en el momento en que dicen mi nombre es como muy adictivo, y eso no lo puedo pagar más que con mi canto. Esa comunicación entre el público y yo es impagable y es lo que me tiene aquí”, dice la tijuanense quien grabó su disco y video Zona Preferente en la playa de Acapulco, al aire libre y con 300 personas como público.
Por más de cuatro décadas Lupita D’Alessio ha vivido la pasión sobre el escenario y uno que otro tormento bajo él. Ha sido con la serie Hoy voy a cambiar, que produjo Televisa, que se ha conocido más sobre la intimidad de la cantante, una intimidad llena de sombras. Asegura que en esa historia no hay buenos ni malos sino que han sido las circunstancias las que los llevaron a dar esos pasos en su camino.
De entre esas circunstancias, la cantante ha aprendido a ser más pacífica, más conciliadora e incluso mide sus palabras para que no la malinterpreten. Por mucho tiempo el escándalo formó parte de su vida pero asegura que parte de sus grandes males fue por ser honesta.
Es así como decir la verdad en la vida de Lupita D’Alessio no siempre le ha dado buenos resultados.
“No siempre me ha traído cosas buenas ser honesta y eso es lo más triste. Es mejor decir la verdad que decir mentiras. pero la palabra de Dios dice que nosotros preferimos la mentira que la verdad, pienso que es un proceso. Pero independientemente de si recibí a Cristo, antes también fui honesta. Mi conducta no me ayudó o a lo mejor no fui un buen ejemplo para mis hijos, obvio. A lo mejor eres muy joven, pero siempre he vivido muchos momentos difíciles”.
Explica que eso la llevó a lidiar con su imagen pública: “Siempre han salido encabezados porque yo, lo reconozco, también me he exhibido, no han sido inventos de los medios, ha sido porque yo lo he provocado, pero prefiero decir la verdad, prefiero el problema, pero soy yo”.
Realidad. La vida que decidió mostrar a través de la serie protagonizada por Gabriela Roel y Mariana Torres expone a la mujer que ha sido, convertida hoy en alguien que habla con amor, feliz y con su cabello completamente cano. Parecería que la mujer intempestiva que reaccionaba en arrebatos se quedó atrás.
“Soy una mujer con carácter, que ha luchado... no luchado, no sé si sea la palabra... soy auténtica, transparente. Le puede o no gustar a la gente y eso también es válido, pero soy una mujer con carácter, decidida, a lo mejor me equivoco pero también pido perdón, porque Dios me ha dado la capacidad de perdonar.
“Y es raro que mis canciones le van bien a la D’Alessio porque ha llevado una vida de no rendirse.. Yo no trato que las mujeres sean como yo, no, soy así y si ayuda es padre”.
Sus años de éxito no sólo se componían de escándalos, también hubo momentos en que sus canciones le abrieron los ojos a mujeres.
“Cuando canté ‘hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo’, yo no sabía lo que iba a provocar y fue un parteaguas para muchas mujeres. No pensé que eso iba a detonar el ‘ahora me respetas, yo también puedo trabajar y puedo hacerlo’. Porque una cosa es que tú cantes y que la gente conozca un poco tu historia y tus matrimonios, y entonces dicen ‘yo quiero ser como Lupita, yo voy a cambiar y hacer bien mi maleta’, pero otra cosa es que mañana los hombres me echen flores y digan: ‘Por su vida mi mujer me dejó’”, dice y sonríe.