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Es difícil pensar en un músico actual tan universalmente aceptado en la fraternidad del rock ‘n’ roll como Dave Grohl.
El líder de Foo Fighters cena regularmente con Paul McCartney . Escribió y grabó una canción en la era de la pandemia con Mick Jagger . Joan Jett les leía cuentos para dormir a sus hijas. Formó un grupo con el bajista de Led Zeppelin, John Paul Jones. Organizó una fiesta para AC/DC con la Preservation Hall Jazz Band como artistas sorpresa.
Grohl, una persona extrovertida que se toma su música más en serio que a sí mismo, atrae naturalmente a la gente. Además, ¿cómo no gustar de un tipo que se aparece en la entrada de artistas al escenario con una amplia sonrisa y una botella de whisky?
“Soy como el (perro) labrador del rock ‘n’ roll”, dice riendo.
Grohl no tuvo escasez de material cuando decidió dedicar gran parte de su paro forzoso a escribir un libro titulado “The Storyteller” , a la venta el martes. Llámelo el cuento típico de un desertor de la escuela secundaria que se convierte en el baterista de Nirvana, y luego, tras una tragedia indescriptible, se transforma en el cantante, compositor y guitarrista de una banda que llena estadios y agota entradas.
Y, a los 52 años, todavía escucha a su mamá.
De hecho, cuenta a su madre Virginia como una de sus mejores amigas. Como escribe en “The Storyteller”, ella influyó en su decisión de unirse a Nirvana.
Su época como baterista de Scream, la banda punk del área de Washington por la que Grohl dejó la escuela secundaria, estaba llegando a su fin. Pero era leal y estaba en conflicto cuando recibió una invitación para mudarse a Seattle en 1990 a tocar con Kurt Cobain y Krist Novoselic.
“Llamé a mi madre y le dije: ‘No estoy seguro de qué hacer’”, recordó Grohl en una entrevista. “Quiero decir, estos son mis hermanos. Estos son mis amigos. Esta era mi banda. Y ella dijo: ‘A veces tienes que hacer lo que es mejor para ti’. Lo cual fue divertido, porque toda su vida la dedicó a otras personas como maestra de escuela y mamá”.
Grohl vivió en un apartamento andrajoso con Cobain mientras la banda preparaba material para lo que sería su revolucionario álbum “Nevermind”. Cuando salieron para grabarlo, sintió que nunca volverían a ese apartamento, pero nadie podía anticipar su explosivo éxito.
Resultó demasiado para Cobain, quien se suicidó en 1994.
“No creo que nadie esté completamente diseñado para salir ileso de una situación como esa”, dijo Grohl. “Pero tuve suerte porque tenía a Virginia, el estado, y a mi madre. Si alguna vez sentía que esta cosa me estaba tragando, me retiraba a Virginia y volvía a la vieja calle sin salida donde crecí y hacía barbacoas con mis viejos amigos... Eso realmente me rescató de muchas maneras”.
A diferencia de Cobain, “yo no era el que tenía un micrófono en la cara cada cinco segundos. Literalmente, podía atravesar la puerta principal de un concierto de Nirvana y no ser reconocido hasta sentarme en la batería, por lo que mi experiencia con la banda fue muy diferente”.
Después de Nirvana, Grohl enfrentó una encrucijada profesional cuando le ofrecieron un trabajo como baterista en Heartbreakers de Tom Petty. Trabajar para un músico al que creció escuchando, en una de las mejores bandas de rock, definiría su seguridad laboral.
Pero él rechazó la invitación.
“Cada vez que me siento en un taburete de batería, veo a Kurt”, recuerda. “Yo tenía una especie de trastorno de estrés postraumático musical y miedo de dejar que me derrumbara. Cuando Tom Petty preguntó, todavía no estaba listo para ir allí”.
Foto: Archivo.
Por esa misma época, escribió y grabó las canciones que se convertirían en el primer álbum de Foo Fighters. El rock ‘n’ roll no está exactamente repleto de bateristas que salen y toman otro instrumento para convertirse líderes de una banda.
¿Qué le dio a Grohl la confianza de que podía hacerlo?
“Fue la falta de confianza”, dijo. “No conozco a muchas personas que se abrochen una cuerda bungee confiando en que van a sobrevivir la caída. Por eso lo haces. El simple hecho de no estar seguro de ti mismo puede ser un gran motivador. Sabes, no estoy seguro de poder hacer esto. Déjame ver si puedo. Déjame demostrar que estoy equivocado. Entonces, sí, me tomó una década sentirme cómodo como líder y cantante de Foo Fighters. Ahora me encanta”.
Recuerda vívidamente “el primer día del resto de mi vida”, dijo, cuando de adolescente visitó a un primo en Chicago lo llevaron por primera vez a un club de punk rock.
Grohl creció con posters de Kiss y Led Zeppelin en las paredes de su cuarto, pero estos mostraban una vida lejana.
“Eso parecía inalcanzable”, dijo. “Pensé, es divertido soñar, pero nunca podría hacer eso. Y luego entré en este bar de la esquina en Chicago y me paré con el pecho contra el escenario mientras una banda de punk rock tocaba cuatro acordes y me gritaba en la cara. Pensé que era más poderoso que cualquier disco que haya escuchado en mi vida”.
Esto, pensó, era algo de lo que podía formar parte.
El mensaje que atraviesa “The Storyteller” es para aquellos que lo ven en el escenario ahora: en el fondo, soy como tú. He trabajado duro para llegar a donde estoy, pero estaba obsesionado con la misma música que tú. Soy un fan.
Ese pensamiento también viene a la mente cuando Paul McCartney está en la sala de estar de Grohl, tocando “Lady Madonna” en el piano para sus hijos.
Sí. Eso ocurrió.
Es lo que tiene en común con McCartney, Jett o los músicos cuyos carteles decoran innumerables habitaciones.
“Pon a dos músicos juntos en una habitación y se harán amigos rápidamente”, dijo. “Puedes sentir la energía de un niño que se enamora del rock ‘n’ roll frente a su tocadiscos. Creo que todos venimos del mismo lugar: nos enamoramos del rock ‘n’ roll y sin ningún tipo de aspiración profesional real dedicamos nuestras vidas a ello porque es lo que llenó nuestra alma”.
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