Entre la niebla y el frío que la noche de este viernes cubrió la Ciudad de San Diego, California, también hubo espacio para un apapacho con música orquestal.
Piezas de Ludwig van Beethoven, Bedrich Smetana y Béla Bartók sonaron en el espacio al aire libre conocido como The Rady Shell at Jacobs Park , que fue inaugurado a mediados de este año y que es la casa de la San Diego Symphony.
Rodeados por la Bahía de San Diego, no sólo quienes compraron un boleto pudieron escuchar a la orquesta y ver al venezolano Rafael Payare dirigirla.
Gracias a las condiciones del lugar hubo algunos que instalaron sillas afuera de las rejas e incluso un bote que desde el agua se detuvo para escuchar el repertorio de casi dos horas de duración.
Pero si bien se inauguró el 6 de agosto de este año, Payare, quien también es director musical, explicó horas antes de subir al escenario que la orquesta retomó trabajos dentro de la pandemia del Covid-19 entre marzo y abril con protocolos de seguridad como distanciamiento social.
"Hemos tenido muchísima suerte acá en San Diego porque incluso cuando todo estaba todavía cerrado y la cuestión con las vacunas estaba en proceso nosotros empezamos a hacer música acá", dijo a EL UNIVERSAL.
Foto: Araceli García/El Universal.
Para Martha Gilmer, CEO de la San Diego Symphony, recibir a miles de personas tanto este fin de semana en el que se interpretan obras como el "Concierto para orquesta" de Bartók, así como hace unos días con su repertorio dedicado al Día de muertos, es importante y confirma que hoy más que nunca la música clásica es apreciada por muchos.
"La orquesta puede ser un gran puente entre la gente y hoy más que nunca necesitamos unirnos con comprensión. Creo que la música sinfónica puede darte eso, comienza en donde las palabras se quedan. Puede ser una cura, un vínculo y es poderoso".
Además de la conducción de Rafael Payare, la noche de este viernes se presentó un repertorio que incluyó al pianista Jonathan Biss , este último interpretando el "Concierto para piano no. 5 en mi bemol mayor. Op. 73" y haciendo una demostración de virtuosismo en su instrumento; ambos repetirán este sábado con el mismo programa.
Si bien el espacio diseñado para alrededor de 10 mil personas no estuvo al 100% de capacidad, sí hubo una gran afluencia de público que arribó desde una hora antes para cenar dentro de la explanada de The shell y llegando ya sin necesidad de utilizar cubrebocas gracias al encontrarse en un espacio abierto.
También algunos optaron por llevar una cobija para calmar el frío mientras escuchaban las obras del repertorio o tomar una copa de vino para calentar el ambiente.
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