Chava Flores
le cantó a las vecindades, a las calles del Centro Histórico, a las pulquerías, a las tiendas y al Metro, a los marginados y a todo lo que sucedía en los barrios. Fue un compositor único, describió con música amena y divertida el entonces Distrito Federal y las vivencias de su gente.
Admitió los defectos y las virtudes de los mexicanos y narró de forma graciosa las costumbres, la miseria, el hambre y el machismo en canciones como “A qué le tiras cuando sueñas mexicano”, “La interesada”, "Los gorrones", “Sábado Distrito Federal” y “El gato viudo”. Murió de un paro cardíaco el 5 de agosto de 1987 , tenía 67 años de edad.
“Si volviera a nacer quisiera ser el mismo pero rico, nada más para ver qué se siente” se lee en uno de los epitafios de su tumba ubicada en el Panteón Jardín . Y es que Chava Flores vivió la pobreza en carne propia y la plasmó en muchas de sus canciones, como en la de “Peso sobre peso (Bartola)”:
Mira Bartola, ahí te dejo esos dos pesos,
Pagas la renta, el teléfono y la luz
De lo que sobre, coge de ahí para tu gasto,
Guárdame el resto pa’ comprarme mi alipus
En sus últimas entrevistas don Chava siempre enfatizó su amor a México, amor que dejó en cada una de sus al menos 200 canciones. Precisamente este sentimiento quedó inmortalizado en otro de los epitafios de su tumba: “Sólo puede hablar de México quien lo conoce. Sólo debe hablar de México quien lo quiere”.
A 31 años de su muerte, EL UNIVERSAL visitó su última morada, la cual está decorada con una Virgen de Guadalupe y un claro señalamiento de quién descansa en ese lugar: Salvador Flores Rivera “Chava Flores” cronista musical de la Ciudad de México.
El creador e intérprete, nacido en el barrio de la Merced, pasó sus últimos meses descansando en Michoacán, sin embargo su respiro final lo dio en el Distrito Federal que tanto amó.
Así luce la tumba de Chava Flores a 31 años de su muerte. Foto: Irvin Olivares/EL UNIVERSAL
Un contador de historias
Chava Flores nació el 14 de enero de 1920 en la calle Soledad ubicada en el corazón del barrio de la Merced. Se dedicó a varios oficios antes de ser contador y luego compositor y cantante. Durante su infancia vivió en muchos lugares, él decía que sólo le faltó vivir en el Castillo de Chapultepec.
“Habité una vecindad de Tepito, de Peralvillo, Vallejo, Industrial y hasta de Santa María la Rivera. No puedo explicarme por qué era tan discriminatorio que en el Castillo de Chapultepec solamente dejaran vivir a los presidentes. Pero de una cosa estoy seguro. Si en ese Castillo hubieran dado oportunidad de que mi padre rentara un cuarto con baño y cocina, ¡ahí también hubiera vivido!”, dijo en una entrevista para este diario en 1982.
Chava Flores. Foto: Especial
En sus espectáculos, don Chava era como un showman pues entretenía con chistes y con anécdotas de su vida y de los momentos en los que componía sus canciones. Para ayudar con el sustento de su familia se dedicó a coser corbatas, fue mensajero, repartidor, cobrador, auxiliar de contabilidad, contador, comerciante y ferretero.
“En mi vida he trabajado de todo, lo único que me falta es ser astronauta. Comencé a trabajar a los 12 años cargando bolsas de mandado o lo que fuera para poder sostener mis estudios, porque han de saber que terminé la carrera de contador. Luego, ya más grandecito, tuve varios negocios, los cuales siempre quebraron. Una camisería que tenía en el centro de la ciudad, estaba en un edificio muy adentro y casi nadie entraba; pero en la mayoría de mis negocios tenía un socio, el cual siempre resultaba más astuto que yo”, confesó en una charla de 1983.
Reconoció que lo que más le dio satisfacciones fue la composición musical, escribir y cantar con gracia sobre las vivencias de los mexicanos, sus alegrías, pesares, costumbres y los momentos chuscos de las cosas más simples.
Don Chava era como un showman pues entretenía con chistes y con anécdotas. Visitó el programa de Lola Beltrán en 1983. Fototeca EL UNIVERSAL
“Mi inspiración es la gente,la misma que día a día vive, sus sufrimientos y alegrías son míos y eso trato de transmitir en mis composiciones. Yo soy más compositor que músico pues toco un poco la guitarra y el piano; pero mi vida, mi pasatiempo y mi trabajo está en escribir, en componer”.
Cuando lo cuestionaban sobre su peculiar y gracioso estilo de cantar, el creador le echaba la culpa a sus musas y a sus vivencias, que a su vez también eran las experiencias de mucha gente que acudía a sus espectáculos porque se sentía identificada.
“Siempre me ha gustado la risa de la gente, creo que es por eso que escribo así. No tengo más que una inspiración, la vida, con todas sus alegrías y penas, esa es mi musa”.
“Ahora mi voz vale para pura vergüenza”
Chava Flores tuvo muchas despedidas en escenarios como el Teatro Ferrocarrilero, el Teatro de la Ciudad y el Teatro Reforma. En septiembre de 1982 informó de su retiro en el Ferrocarrilero, donde se despidió con lágrimas y entre ovaciones.
En aquella ocasión dijo a EL UNIVERSAL, que nunca se consideró un cantante, se conformó con ser un buen intérprete de sus canciones, sin embargo, reconoció que jamás se preocupó por cuidar su voz, y eso trajo consecuencias.
“Ya no puedo cantar. Es más, nunca fui cantante. Me conformaba con interpretar bien mis canciones, porque las cantaba bien. Pero un cantante debe tener educación para no acabar con su voz. Y yo no la tuve”, expresó.
Hemeroteca EL UNIVERSAL
Chava Flores detalló emocionado, que su voz estaba lejos de causar admiración, y que por ese motivo emprendía la retirada.
“Entonces, como nunca eduqué mi voz, no he logrado que perdure. Es una lástima; pero ni modo, ahora mi voz vale para pura vergüenza”.
Ante 2 mil personas, Chava interpretó sus entrañables temas, luego, entre ovaciones lloró, lloró mucho, se despidió pero dejó clara una cosa, que seguiría escribiéndole a su ciudad.
“Ahora que está de moda llorar en las telenovelas, yo lloro, y lloro por esto que dejo, que han sido 31 años de cantar y de poder expresar mi sentimiento. Aquí queda mi vida, pero si hay algo que pueda yo escribir para seguir cantando a mi ciudad, lo seguiré haciendo”, reiteró.
Chava Flores nunca persiguió el dinero
En sus inicios, Chava Flores trabajó en en lo que se pudiera, pero en muchos de esos empleos le pagaban una miseria. Cuando incursionó al mundo del entretenimiento las cosas no cambiaron tanto.
“En este mundo yo he trabajado para cantarle al público nada más. Nunca he perseguido el dinero. No tengo un capital para decir: Ahora me puedo quedar sin trabajar porque ya tengo suficiente para subsistir”, expresó en 1983.
“Yo soy un bohemio. Y quiero seguir así”, dijo convencido cuando fue cuestionado sobre a qué se iba a dedicar tras decirle adiós a los escenarios. Se le preguntó si las grabaciones que realizó durante 30 años no le generaron lo suficiente para poder vivir de ellas.
“El mundo del disco desde que nació ha sido sólo uno, el mismo de corrupto, sólo los empresarios se hacen ricos. Yo por eso quise hacer una grabadora particular, así la puedo llamar, particular. Quise producir mis discos y me enfrenté a un mecanismo bien estructurado de trasnacionales del acetato al que nunca pude superar”, reconoció.
Chava Flores, Miguel Aceves Mejía y José Alfredo Jiménez. Fototeca EL UNIVERSAL
En la etapa final de su vida, don Chava valoró mucho que la gente escuchara y cantara sus canciones, con eso se daba por bien servido, y sobre lo que sería de él en el futuro, admitió feliz que seguiría siendo por siempre un bohemio.
“Pero quedan algunas de mis canciones para que las escuchen quienes como yo, hemos sido pobres, habitantes de una ciudad bonita pero en la cual hay que enfrentarse diariamente a la supervivencia”.
Sólo 20 personas acompañaron a Chava hasta el final
Al funeral del prolífico compositor, apenas asistieron 20 personas entre representantes de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), amigos y familiares.
Entre ellos Tehua, Óscar Chávez, Guadalupe Pineda, Ricardo Rocha, Mario Molina Montes, Chema Lozano, El Trío los Mexicanos y Jaime Guzmán Mayer en representación de la SACM.
Para los íntimos de Chava Flores fue triste ver que muchos de los artistas que durante toda la noche desfilaron ante su féretro, estuvieron ausentes en el entierro.
Cuatro de los ocho hijos de Chava Flores resguardan el ataúd de su padre. Fototeca EL UNIVERSAL
En el Panteón Jardín, la esposa del compositor y sus ocho hijos le entonaron las tradicionales “Mañanitas”, así como los temas que lo hicieron famoso. Al final lo despidieron cantando con alegría, lo que don Chava más disfrutó hacer, cantar para alegrar los corazones.
“Cuando un pueblo canta, el espíritu vibra y se llena de paz y esperanza. Música y canciones surgen donde hay alegría y si hay alguna tristeza, también surgen para evocar recuerdos gratos, sueños pasados, sueños muertos que vuelven a la vida gracias a la mágica presencia de una canción”.
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