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La esposa de Celso Piña, Juanita Ortiz , reveló que desde hace tiempo el músico estaba sometido a un tratamiento médico por un problema cardiaco que padecía y debido al esterés del trabajo se le complicó el cuadro que lo llevó a su deceso.
Ortiz comentó
que El rebelde del acordeón creía que manteniendo el ritmo laboral se iba a mejorar , pero fue todo lo contrario y pese a que entró por su propio pie al hospital San Vicente, jugando, saludando y tomándose fotos con el personal, el músico ya en consulta se empezó a sentir mal.
Le pidió a su hija Martha Cecilia que le quitara su reloj y le guardara su celular. “Ahorita vengo”, le dijo Celso a su familia sin saber que ya no regresaría.
Piña falleció hoy por un infarto a las 12:38 horas en el nosocomio de su natal Monterrey.
Su esposa recordó que incluso antes de salir de la casa "me regañó bien feo" porque se le olvidó el monedero, y ella tuvo que regresar por el dinero.
Estando en el hospital se agravó el estado de salud de Piña, y le sobrevino un infarto del que los médicos no lo pudieron salvar, cumpliéndose en cierto modo su augurio de que “algún día me moriré dormido”, comentó Ortiz.
Martha Cecilia Piña Ortiz
, hija del cantante y acordeonista de la Ronda Bogotá , advirtió que analizará proceder legalmente contra la persona que tomó y publicó en las redes sociales un video donde Piña manda un saludo “desde la mesa del quirófano” del San Vicente, antes de que fuera sometido a una operación de la cual no sobrevivió.
Minutos después de conocerse su deceso, seguidores de su música ataviados con sombreros tipo colombiano, acudieron hasta el San Vicente, como Jaime Hernández , un comerciante de mercado sobre ruedas, que llevó una bocina para reproducir la música de Celso, como sencillo homenaje.
Mostró incluso una playera “que todavía trae su perfume, comadre, ni la lavé”, pues afirmó que hace días en una presentación, se brincó una cerca y le dijo a Piña, “camisa por sombrero”, y de inmediato Celso aceptó, “sí güey” quitándose su playera que “para mí vale oro”, dijo el señor Hernández quien agregó “si no lloro es porque luego van a decir que soy un hipócrita”.
Los restos serían velados e incinerados en las capillas Gayosso de la avenida Lázaro Cárdenas , al sur de Monterrey, de manera muy discreta “para respetar la memoria y la voluntad de mi papá”.
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