Para que un espectáculo como " Cirque Musica Querida" levante el telón cada noche, es necesario el trabajo de más de 140 personas arriba y abajo del escenario del Teatro San Rafael, de éstas 33 son mujeres.
Mónica Bravo se desempeña como production stage manager, es decir, lleva toda la coordinación del espectáculo tributo a Juan Gabriel. Nada ni nadie se mueve si no lo ordena; se trata de un puesto que, recuerda, cuando comenzó, hace 25 años, sólo era ocupado por hombres.
“Ahora ya hay mucha más apertura, más entendimiento y respeto hacia lo que uno dice, ya me escuchan y atienden, pero en algunos lugares sigue siendo complicado. Actualmente uno tiene que demostrar que sabe hacer el trabajo, si uno muestra seguridad, vas a obtener respeto sin importar tu género”, comenta.
Erika Ávila, jefa de vestuario, tiene 12 años haciendo este trabajo, aunque su carrera iba encaminada al diseño industrial; considera que la igualdad de géneros en el teatro se está logrando, porque ahí todos trabajan por el mismo objetivo.
A diferencia de otras áreas, el departamento de vestuario está dominado por mujeres, pero cuando llega un hombre les toca a ellas ayudarlo y cobijarlo, con cosas tan sencillas como asignarle al elenco masculino.
“No tienen tantas libertades en la cuestión de la privacidad en los camerinos y hay que tener cuidado con eso”, explica Erika.
Entre los artistas circenses está Monika Varga, originaria de Hungría; explica que en el mundo del circo cada mujer hace cosas imposibles, que veces provocan dolor y cansancio, pero tienen muy claro que deben poner toda su energía para sorprender al público en cada función.
En "Querida" hay mujeres en casi todas las áreas, pero aún no representan ni la tercera parte del equipo, algo que Mónica Bravo dice, falta por equilibrar.
“Hombres y mujeres debemos tener las mismas oportunidades hablando de lo intelectual y de poder manejar un grupo”.
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