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Ahora que está de moda la palabra “multiverso”, es menester aprovecharla: bien podría describir la infancia de Rafael Sánchez Navarro. Él viene de un mundo sui generis: el linaje más importante de actores en México, los Fábregas.
Y si bien era un niño normal que andaba en bicicleta y se echaba cascaritas en las calles, había otro Rafael impensable que tomaba su lugar en la dulcería del Teatro Manolo Fábregas. Su padre, que a ratos iba a la taquilla a contar billetes y al que efigies de hermosas figuras, las bailarinas, le decían: “ven, pequeño, vamos al camerino”.
“Platicaba eso en la escuela y me decían: ‘eso no es cierto, es mentira’ (risas), pero yo nací y crecí entre bambalinas”, comparte el actor de 65 años, quien celebra 45 de ser una figura destacada no sólo en teatro, sino en cine y tv.
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No fue la única experiencia rara, su otro yo un día confrontó al mismísimo presidente mexicano de entonces, Gustavo Díaz Ordaz...
“Tenía 12 años, mi padre estaba haciendo El violinista en el tejado, yo estaba en la dulcería y llega el Presidente a comprar unos chocolates y dos Coca-Colas. Le dije: ‘yo lo atiendo’. Le doy lo que pidió y cuando se iba le digo: ‘señor, perdone, pero son 18 pesos...’
“Mi papá contaba esa anécdota con mucho gusto y decía: ‘ese día me di cuenta de que mi hijo no se iba a morir de hambre’. Y claro que me pagó, lo hicieron los del estado mayor, me dieron un billete de a 20 pesos y me quedé con el cambio como propina”.
¿Fue difícil tomar la decisión de convertirse en actor con esos apellidos?
Sí, es una responsabilidad que he tratado de llevar con respeto. Me preguntaban mucho al principio de mi carrera que si competía con mi papá, entonces les decía: “no hay nadie que pueda competir con él”. Cuando inauguró el Teatro San Rafael, Laurence Olivier (actor británico) le mandó una carta que decía: “no sé de un actor que tenga su teatro y que lo haya construido de vender boletos”. Así que nunca me comparé con él, pero sí traté de seguir su ejemplo con gran orgullo y admiración, diciendo, ‘él vivió un momento diferente y yo otro’. Mal que bien, 45 años de trabajo y aquí sigo.
¿Como gente de teatro ha ido solo a disfrutarlo?
Claro, yo no soy muy criticón, a mí me gusta o no me gusta, para qué echarle limón a la herida, pero como espectador disfruto mucho el teatro, aunque no soy mucho de estrenos, me aburro rápido.
¿Se siente más en su elemento en el teatro o en la tv?
Difícil pregunta... alguna vez me cuestionaron sobre si prefería los dramas o las comedias, que si prefería cine, teatro o TV y mi respuesta es: yo a lo que le doy importancia es a los grupos de trabajo, me interesa trabajar con gente talentosa y valiosa, me ha tocado trabajar con personas que admiro y de quienes he aprendido.
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¿Hay algún proyecto o personaje del que se arrepienta?
Sí, cómo no, yo creo que no hay un solo actor que no haya hecho algún proyecto del cual se arrepienta. Claro que si me preguntas cuál, te diría: “ya no me acuerdo”, para no hacer quedar mal a quienes me invitaron de buena fe. Pero puedo decir que he tenido la suerte de trabajar en proyectos muy exitosos.
¿Cómo mantiene su vida privada en resguardo?
Soy muy celoso de eso. Se ha puesto de moda ahora escarbarle a la gente, sea cierto o no, verdaderos escándalos y todo por el comentario de alguien de una red social o de una revista de chismes. Mi compromiso con la gente es mi trabajo y no mi vida privada, estoy convencido de que cuando abres la puerta no la puedes cerrar, así que sí, siempre he sido celoso de eso. Sí tengo redes, pero no las manejo.
¿Cómo se divierte?
En casa tengo una mesa de billar, antes de la pandemia jugaba sencillo y ahora ya a tres bandas, es una de mis pasiones y otra es que tengo un músico escondido, así que tengo un estudio virtual y yo que trabajo en grupo porque es nuestra chamba; ahí trabajo solito, soy el guitarrista, el baterista, todo menos el cantante, entonces me paso horas y lo disfruto. Ya que tenga unas 10 canciones las vamos a subir a Spotify.
Un gusto culposo...
El cigarro, me fumo una cajetilla diaria desde los 13 o 14 años, y todo mundo me dice que me va a dar cáncer... aquí sigo.
¿Su balance por 45 años?
Gratitud al público que me ha apoyado, que me ha hecho tantos comentarios tan bonitos ahora en las redes sociales, también de manera personal; también me deja el haber conocido a gente maravillosa, hay mucha frivolidad, competencia y falsedad en nuestro oficio, pero cuando encuentras a gente maravillosa eso se agradece.