Hablar de la animación mexicana es hablar de claroscuros:

Va tarde en comparación con EU y Japón, pero es rey en Latinoamérica; puede que sus producciones de series y películas no inunden el mundo, pero al menos llegan a un promedio de 40 países vía cines o tv; y el nivel técnico está entre los mejores del mundo, pero por eso varios animadores se van a Canadá, donde sí hay trabajo continuo.

, quien buscará el Oscar con la película animada en stop motion Pinocho, lo sabía desde hace años. Por eso buscó desde su trinchera impulsar al género con becas a estudiantes primero y, después, poniendo el hombro para la concreción del Taller del Chucho, que pretende ser punta de lanza para la consolidación del género en México.

“La animación es algo muy competido porque no es que sea una producción nacional o internacional, la gente ve la animación y le gusta o no, no hay ventaja alguna”, comenta José Carlos García de Letona, directivo de Ánima Estudios, la compañía detrás de la saga cinematográfica de Las leyendas.

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“El motivo de que mucha gente no le entra es porque los retornos (económicos) tardan en llegar por la naturaleza misma de producción, pues uno tarda dos años o más en terminar una película o serie y luego hay que moverla”, agrega.

La compañía, con dos décadas de vida, es quizás la más sólida en México; ha hecho 23 cintas, alrededor de 600 episodios, incluyendo la serie de El Chavo animado y Las leyendas, estrenada por Netflix, además de cápsulas en YouTube.

“Se tiene que diversificar todo, porque hay que pagar sueldos de quienes trabajan con nosotros, no podemos hacer sólo una cosa al año. Lo que busca el mercado no es a alguien que haga lo de Disney, sino cosas diferenciadas”, observa.

Camino sinuoso

Huevocartoon, de los hermanos Gabriel y Rodolfo Riva Palacio, es la otra compañía nacional grande, pero que, contra lo esperado, se les complica encontrar financiamiento a pesar de que sus cintas pueden ser vistas por más de 4 millones de espectadores en cines.

“Estar a punto de la quiebra es el modus operandi de las empresas mexicanas medianas y chicas como lo es Huevocartoon. Es un milagro hacer animación porque no hay continuidad y es una desventaja; los artistas crecen y se van a Francia, España, Canadá. Cuando los buscamos decimos que ofrecemos salario mexicano y un año de trabajo, pero allá son siete años porque hay proyecto tras proyecto, no hay manera de competir”, comenta Gabriel.

En México no hay cifras oficiales, pero un estudio ejecutado en el Libro Blanco Quirino, editado en 2019 por los Premios Quirino, que anualmente reconocen a lo mejor de la animación iberoamericana, indica la existencia de 110 casas productoras de animación en la República Mexicana, pero sólo 14 de ellas se dedican a realizar películas, series o cortometrajes.

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En promedio anual se producen dos cintas del género. Desde 2021, y buscando incentivar la animación, el Imcine lanza una convocatoria especializada.

“Talento hay en México”, destaca José Iñesta, director del festival especializado Pixelatl, que está por cumplir 12 años de vida. “Lo que falta son apoyos, incentivos como ocurre en otros países como Japón”, agrega.

La empresa tapatía Exodo Animation Studios tiene en su currículum más de 200 escenas para producciones estadounidenses, indias y coreanas; la también jalisciense Mighty Animation ha colaborado en series como Rick and Morty.

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