Una elegante Catrina en negro y dorado camina de un lado a otro del Palacio Postal, en vida se hace llamar Marlene Favela, y es seguida muy de cerca por su pequeña hija Bella, de cinco años, quien no deja de admirar cómo luce su mamá caracterizada.
“Quiero inculcar a mi hija nuestras tradiciones, que aprenda de este día tan hermoso para los mexicanos en el que recordamos a nuestros seres queridos ausentes de manera bonita”, explica la actriz de melodramas como Gata salvaje.
“Cada año montamos el altar de muertos en la casa, ella (Bella) sabe perfecto qué significa. Siempre he dicho que las personas que tienen identidad son seguras y felices porque tienen muy claro de dónde vienen y quiénes son”, añade.
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Mientras uno observa a Marlene-Catrina, piensa en las millones de historias que se han contado a través de las cartas que han pasado por ese clásico edificio que se construyó desde 1902 y abrió cinco años después. Para Marlene, la historia más importante es la que le cuenta a su hija, pues ha tratado de explicarle el tema tan importante de la muerte y las pérdidas de manera natural.
“Le he dicho que los seres que amamos se van, que se vuelven estrellas que nos cuidan y ella tiene claro eso: que todos vamos a morir en algún momento y que eso es trascender, dejando huella, haciendo cosas positivas, honrando nuestra cultura.
“Ella tiene por delante una vida muy larga, yo le digo que hasta los 105 años”, agrega la orgullosa madre.
Marlene busca en su hija una mirada multicultural: no sólo le muestra las tradiciones mexicanas, sino otras como el Halloween; además, su papá, el empresario australiano George Seely, es de ascendencia árabe.
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“Que conozca la música, la comida, todo de donde ella pertenece, para que sepa quién es; eso es lo más bonito que yo le puedo heredar”.
La actriz cuenta que en su casa hay una ofrenda dedicada a gente muy querida para ella, como su padre, su hermana, el abuelo paterno de Bella y también sus sobrinos.
“La forma de que nunca mueran es recordándolos. Por ejemplo, mi papá era amante de La Sonora Santanera y le ponemos su música, su coñac, sus dulces; a su abuelito paterno un puro; a mi hermanita sus muñecas”.
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Reconoce que sí es importante prever el momento de partir, pero confiesa no tener aún todo en orden...
“Quiero durarle lo más posible a mi hija, verla crecer, ser una mujer feliz, de bien, por eso ha cambiado mi manera de vivir, pero no cómo veo la muerte”.
El Palacio Postal abrió con esta Catrina nuevas áreas de exposición, que estarán abiertas al público a partir del próximo 12 de noviembre.