Los compañeritos de Mario Iván Martínez lo habrán visto, cuanto menos, singular: cuando tenía 15 años se enfocaba exhaustivamente a leer libros de historia y artes, disciplinas que siempre ha devorado, pero luego hacía pausas para imitar los pasos de John Travolta.
“Era la época del disco Fever, y como todas mis primas también cumplieron 15 años alrededor de esa época, era festejar una tras otra. Me gustaba mucho la música disco”, recuerda el actor de 61 años.
El cuentacuentos se visualiza como un niño nerd, tímido y rellenito, pero en especial de buenos sentimientos. Hoy, se sabe guía de muchas generaciones de infantes y sus padres que, como él, prefieren procurar el alimento del alma y al cuerpo, para mantener esa nobleza en ese pequeño interior y despertar su sentido crítico...
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¿Qué opinas de la enseñanza cultural en niños y jóvenes?
"Pues celebro ser parte de un esfuerzo por llevar a los niños no sólo diversión, sino coadyuvar a su formación artística, y que no necesariamente vayan a ser artistas en un futuro; si lo son, fantástico. Sino que sean doctores, ingenieros o dentistas más felices al haberse acercado a una partitura de Mozart, a una coreografía de Marius Petipa, a un libro de García Márquez, a una aventura del Quijote.
Somos un país que a lo largo de los tiempos, desde tiempos ancestrales ya, a nuestros gobernantes no les ha interesado tener un público culto, ergo público consciente, contestatario y consciente de las injusticias y los rezagos que muchas veces padece. Entonces, es importante acercar a los niños a aquello que nos dignifica como especie, que a mi juicio es el arte."
¿Crees que el reggaetón y corridos tumbados se pueden considerar arte?
"Pues es que no las he escuchado lo suficiente como para poder ejercer un juicio, y eso es algo tan subjetivo. ¿Cómo le dices a alguien, “esto no es arte”? Y regresamos a Van Gogh, que sufrió la absoluta incomprensión en vida, los críticos decían, “¿cómo se atreve este señor a escupir la pintura sobre el lienzo? ¡Qué desperdicio de un buen lienzo!” Y hoy sabemos que estaba descubriendo la técnica del impasto que después muchos otros pintores importantes emularon".
"Entonces el arte es algo subjetivo y yo no me atrevería a ejercer juicio sobre la producción artística de nadie: el público ejerce la majestad, como me dijo Julio Castillo."
¿Alguna vez tú soñaste con algo como Hollywood?
"Sí, cómo no. Cuando recibí el Ariel por "Como agua para chocolate", viví en Los Ángeles un año, me recibió el señor Alfonso Arau muy generosamente en su casa, y estuve haciendo algunos castings, pero me apresuré a firmar con una gente que no resultó idóneo, entonces aquello no... no prosperó."
¿Te gustó la experiencia?
"La verdad no fui muy feliz, lo debo confesar, pero también me di la oportunidad de tomar clases de comedia musical, de canto y de actuación, entonces no fue tiempo perdido y toda experiencia alimenta y te encausa."
¿En esta profesión has tenido que dar concesiones?
"Sí, muchas veces en esta profesión hay que hacer concesiones para comer y para pagar la renta, ni modo. Decir: “Híjole, es que me dieron de botarga del Dr. Simi, pero pues hay que pagar la renta, ni modo y hay que hacerlo”. En los inicios en la carrera, muchas veces hay que hacer concesiones."
Pero son más satisfacciones...
"Claro. He visto crecer a las familias, a los niños que iban chiquititos al Poliforum en 2003, 2004 o que me veían en 'Familia con Chabelo' por aquella época, y ahora regresan, ya son papás y regresan con sus propios niños."
"Es bueno pensar que fui de alguna manera parte trascendente de su infancia. No hablo de manera masiva, porque en mi proyección nunca he sido masivo, pero sí he logrado cultivar un seguimiento pequeño, pero sólido, constante y fiel. Y eso es gran cosa"
¿Sentiste frustración al no poder tener hijos?
"Frustración no porque tengo siete ahijados, en aquel momento era propicio, pero no se gestó aquello, hicimos tres intentos y era demasiado desgastante, sobre todo para ella. Entonces aquel proyecto se tuvo que dejar pendiente".
¿En algún momento te has sentido incomprendido?
"No, realmente no. Siempre afortunadamente he encontrado un nicho, un sector, aunque sea pequeño, que ha aceptado mi trabajo. Y habrá algunos a los cuales no les guste y eso también es comprensible. Lo importante es que una gran mayoría, que un sector importante, siga tu trabajo y te aliente y te encause2.
"Y en el caso de los niños, por ejemplo, por eso siempre les pregunto qué les gustó y qué no les gustó, para ir alimentando mi proceso y acotando aquellas partes donde los estoy perdiendo."
¿Perderlos es difícil?
"El actor que trabaja para niños no debe frustrarse si hay uno que dice: ¡¡Mamá, ya me quiero ir!' '¿Ya nos vamos?' O uno va al baño o dos se quedan dormidos. Si el 80% o 70% del público está atento, estás del otro lado".
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Entrando a frivolidades, ¿te das el gusto de comer en McDonald’s o KFC?
"No, no, para nada. Lo evito como la plaga, como dicen por ahí. Por lo grasoso; no es sano. Hay algo nada más que debo confesar, cuando estoy muy bajo de energía, antes de función tomo un poco de Coca-Cola, pero lo evito también".
¿Te das licencias?
"De pronto sí, además de esta afición por los dulces, me gustan los helados, yo de niño pensaba: “¿cómo es posible que los adultos, con todo el dinero que tienen, no lo gastan todo en helados?”
¿Cómo quieres ser recordado?
"Como alguien que fue celoso de su industria, que autogestionó su industria, tratando de brindar dignidad y diversidad a cada una de sus propuestas".