Si bien Marina de Tavira ha obtenido reconocimiento internacional a través del cine, es en el teatro donde encuentra el ambiente ideal para expresarse. Por eso no le importó esperar cinco años para poder protagonizar la puesta en escena Un tranvía llamado deseo.

Esto porque, considera, ninguna actriz podría rechazar el personaje de Blanche DuBois, una mujer de sociedad venida a menos y con varias desgracias a cuestas, que tiene la necesidad de vivir con su hermana Stella, quien es violentada por su cuñado Stanley.

“Ella llega a la primera escena habiendo perdido todo, entonces eso ya es algo complejo, porque hay un dolor por la vida, pero se aferra a vivirla pese a todo”, explica De Tavira.

Una de las razones de esta espera ha sido, además, que el director Diego del Río no encontraba al actor que pudiera darle vida a Stanley, uno de los personajes principales, con quien Marina debe tener fuertes encuentros en escena.

“Creo que no hay mejor Stanley que Rodrigo Virago y él también quería hacer esta obra. Es decir, se juntaron voluntades en el momento preciso. Me hubiera esperado lo que hubiera que esperar para poder tener el privilegio de reunir a estas personas (sus compañeros de elenco), porque cada uno es inmensamente especial”, expresa la nominada al Oscar.

Para Virago, quien ha participado en filmes como El baile de los 41 (2020), tener de frente a una actriz con la experiencia de Marina ha sido un aprendizaje, porque le exige estar a la altura como actor.

“Él es una persona violenta, que lo que no entiende lo destruye. Es una persona poco racional e impulsivo, pero todo es desde la necesidad de ser amado; como actor es bellísimo meterse en esos lugares”.

El director Diego del Río enfatiza el texto de Tennessee Williams, que para él es una obra maestra, algo que podrá reconocer la gente desde el 3 de agosto, cuando estrene en el Teatro Julio Castillo.

“Nos puede revelar muchas cosas sobre la condición del ser humano y sobre vínculos que estaban limitados a un contexto específico en el que él escribe la obra, pero que se vuelven universales gracias a una comprensión personal que tiene el autor sobre estos personajes, que representan elementos que están en nuestras familias”.

Una de las cosas que Diego quiso evitar en su visión de esta historia, detalla, fue repetir el error que otras versiones han tenido, incluyendo la de Londres, que es el tratar de replicar la película de 1951.

“A mí me ha interesado el ensamble, que primero nos volviéramos un grupo de investigación del material y después crear el universo de los personajes a partir de esa colectividad, sin necesidad de capas extra”, detalla el director.

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