Esta es la historia de una cineasta ganadora en festivales, quien hace una década, cuando estaba a mitad de sus veintes, desconocía lo que era un documental.
A María Sojob , de Chenalhó, Chiapas , no le da pena decir que en teoría, comenzó tarde para la pantalla grande.
“ Tote-Abuelo ”, su ópera prima ganadora en Morelia y Ambulante, giró en 2019 teniendo como protagonista a su abuelo, buscando comprender cómo se vive el amor en su cultura tzotzil, tratando de unir sus dos mundos.
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"Por ahí tenía el recuerdo de niña en que mi papá proyectaba películas en la escuela de la comunidad donde trabajaba. En días como la clausura del curso o algo así, todas las niñas y niños nos quedábamos a dormir, cada quien se iba cargando la leña y las mamás y papás llegaban con sus pollos para prepararlos.
"Ahí mi papá proyectaba películas de Cantinflas, que le gusta mucho, y era una manera de ver cine, porque la televisión no captaba los canales. De pronto veía ‘Salvados por la campana’ o ‘Los Simpson’ pero nada más, no llegaba cine y sigue sin llegar", narra.
Pero todo estaba en español y ella lo que quería es que hubiera cosas en su lengua originaria.
Pasó el tiempo y logró abrirse camino educativo. Ingresó a la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Chiapas porque quería dar las noticias precisamente en tzotzil .
"Antes del levantamiento zapatista (1994, ella tenía 11 años) Chiapas no existía, no se veía y entonces yo quería hacer algo en mi propia lengua y mucha gente no entendía de qué se trataba. Logré dar las noticias en tzotzil en una televisora estatal.
"Y luego por una beca me fui a Chile a estudiar, en 2011 (a sus 28 años) comencé a saber qué era un documental, comencé a ver películas de cineastas como Tatiana Huezo (‘Tempestad’), Lourdes Portillo (‘Señorita extraviada’) y dije que quería hacer algo así", narra.
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Vio que el cine que llegaba mostraba una imagen estereotipada del indígena como con "La India María".
"En esa y otras películas el mensaje clarísimo para niños y niñas es que indígena es algo negativo y no es así. Eso tenemos que cambiar", expresa.
Ahora en su comunidad existe un proyecto en el que se exhiben películas que evidentemente no están en tzotzil, porque prácticamente hay poca producción de cine en lenguas originarias.
Pero no importa, porque señala, se da una comunicación especial entre los asistentes que ven la función en silencio. Podrán no entender nada de lo que se dice, pero infieren con lo mostrado en pantalla.
"Si hay alguien que sabe español, entonces les explica a los demás, sino, pues se da un ejercicio muy interesante. Es un espacio autosugestivo independiente que ha funcionado", indica.
Y María sigue con su carrera de cineasta , ahora con un proyecto llamado “Por la vida”, en el que se va con lengua originaria y retratando lo que ve en comunidades que no son vistas en la pantalla grande.
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