Madonna puede ser un ángel negro cubierto de pies a cabeza y luego una mujer llena de sensualidad usando un corset. Puede cantar pop y reggaetón, y bailar en el piso junto a sus bailarines, o flotar (literalmente) sobre el público gracias a una plataforma.
Cuando sube al escenario demuestra por qué lleva más de 40 años en la industria y por qué en algún momento se ganó el mote de Reina del pop.
El despliegue tecnológico que la acompaña en su "The celebration tour" -con luces, pantallas, coreografías y distintos vestuarios- es proporcional a su entrega en el escenario y hacia su público, no por nada, sabiendo que está en México, se toma el tiempo de decir algunas palabras en español y menciona a una de sus inspiraciones, la pintora Frida Kahlo.
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La noche de este sábado, de principio a fin, en el primero de cinco shows que ofrecerá este mes en el Palacio de los deportes, sold out, por cierto, demuestra por qué sigue haciendo música a sus 65 años.
Madonna es la reina, y ante eso vale la pena todo: cruzar la ciudad con transito, con vestidos de novia en honor a “Like a virgin” y aguardar, así la espera sea tan eterna como las 10:32 de la noche, más de media hora después de la hora en que se suponía debía empezar su show.
Todo vale la pena cuando deslumbra al aparecer como un ángel con una aureola dorada sobre su cabeza al inicio del show. Los asistentes se rinden para adorarla, olvidando la impaciencia de minutos antes, coreando “¡Madonna, Madonna"”.
Ella baila y canta en clásicos como "Vogue", se eleva sobre el público en "The storm" y reflexiona sobre las víctimas del VIH. También habla sobre liberación sexual y rompe estereotipos con sus bailarinas cuando, en "Hung up", ellas también salen con el torso descubierto como tradicionalmente hacen los hombres.
Mientras canta para las 16 mil 500 personas que la idolatran y se rinden ante ella la noche de este sábado, boxea en "Erótica", hace una pasarela en "Vogue" y recibe una golpiza en "Human nature".
"Gracias por siempre apoyarme en estos 40 años", dice al micrófono y la pregunta de cómo resumir 40 años dentro de la música en un concierto suena complicada.
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Pero, a decir de las expresiones de sus fans, lo logra, y queda claro con los gritos ensordecedores en temas como "Die another day" o "Don't tell me".
En su paseo por sus diferentes facetas en retrospectiva transporta al público a un western ("Don't tell me") o a sudamérica ("Don't cry for me Argentina"), a los años 2000, 90 y 80.
"I love you to, te amo", dice.
Tras tres horas de show se despide acompañada de todas sus anteriores versiones con sus bailarines vestidos con sus looks más icónicos y los temas "Bitch" y "Celebration".
melc