A sus 41 años, el actor todavía teme acercarse a su padre con soltura. Sabe que los gestos de amor no son tan bien recibidos por su progenitor, que en realidad siempre ha sido un buen hombre.

“Lo abrazo y no lo suelto pero a los 10 segundos me dice: ‘hijo ya, me estás incomodando’”, cuenta.

“Esto es algo que he hablado con él y me explica que su mamá era muy fría y nunca se sentó con él a hablar de sus sentimientos, por eso de cierta manera él me educó así, aunque él es mucho más amoroso que sus padres y siento que yo voy a ser más amoroso con mi hija”.

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Su personaje es un hombre en sus 40 que está solo y sin amigos. Foto: Berenice Fregoso | El Universal
Su personaje es un hombre en sus 40 que está solo y sin amigos. Foto: Berenice Fregoso | El Universal

Esto, que parece ser sólo una cuestión de usos y costumbres, en realidad es un peso grande para muchos hombres. Hay estudios que indican que el silencio provoca enfermedades y hasta la muerte. Según el INEGI, ocho de cada 10 suicidios ocurren en hombres.

La importancia de encausar las emociones masculinas es algo que el actor quiso transmitir al escribir el monólogo Hombre, que comenzó temporada en el Teatro Milán. En él, da vida a Rodrigo, un hombre que fue criado por un papá estricto que supuestamente lo educó para ser “fuerte” y “endureció” su corazón; a sus 40 años vive solo, no tiene amigos y trabaja sin parar.

En este dilema, Rodrigo deberá hacer un viaje a su pasado para comprender la clase de hombre en que se convirtió. Desde situaciones cotidianas —como que siempre usa audífonos porque no era libre de escuchar lo que quería—, hasta otros deseos que eran reprimidos como bailar y enamorarse de verdad.

“Está inspirado en muchas cosas personales mías, no es un monólogo que pretenda dar respuestas en el sentido de aleccionar al público, simplemente es una exploración necesaria sobre lo qué es la hombría; no tengo las respuestas tampoco tan claras, simplemente las exploro”, se sincera.

La importancia de cuestionar

La estrella de El día que todo cambió (2024) asegura que ha aprendido a identificar la manera en la que su padre expresa su amor, como cuando lo ayuda a reparar algo o simplemente le cocina; pero le gustaría que no sólo él sino muchos otros hombres se dieran la oportunidad de ser vulnerables y de mostrar sus sentimientos, pues cree que no hacerlo ha provocado mucho daño.

“Toda mi vida me he cuestionado qué es ser hombre, o la hombría como tal, porque desde muy joven tenía mucha sensibilidad para algunas cosas pero por ser hombre se veía mal eso”, lamenta.

“Hoy en día hay más apertura acerca de que un varón puede llorar y ser vulnerable, pero yo nací en una cultura en la que el hombre tiene que ser el fuerte, el que compite, el que gana, entonces eso a mí me generaba mucha incomodidad y fui bulleado por eso”.

Esa manera de cuestionar su masculinidad se afianzó con la llegada este año de su hija Olivia. Luis asegura que con ella cerró un proceso que comenzó hace tiempo con terapia para cambiar su vieja forma de pensar y dejar atrás los prejuicios que le fueron enseñados.

Con ello, el actor dice tener la intención de que su pequeña lo conozca tal y como es: como un ser humano con muchas fortalezas, pero también con debilidades; que incluso quiere llorar de vez en cuando.

“Al final, los hijos aprenden más allá de lo que ven que de lo que uno les dice, entonces yo no puedo decirle a ella que aprenda el valor de la vulnerabilidad, de expresar sus sentimientos, de permitirse sentir lo que le está pasando y encontrar maneras de expresarlo”, cuenta.

“No quiero ser un hombre todo retraído y reprimido, que no está dispuesto a ir a terapia porque piensa que no le hace falta o que está loco, pero que en realidad no se atreve; yo sí quiero ser un ejemplo para ella y sé que muchos lo ven así”.

Por eso, detalla Arrieta, cuando piensa en el futuro, ya visualiza el tipo de pareja que espera elija Olivia, si su preferencia es hacia el género masculino.

“A mí me gustaría que ella tuviera valores que le generen mucha paz, mental y emocionalmente, que le den estabilidad y que ella busque a hombres con esos valores, que busque a una pareja que esté dispuesta a trabajar, a aprender y a crecer, y sobre todo que busque el bien por la gente que tiene a su alrededor y para sí mismo”.

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Hace catarsis profesional

Con esta madurez, Luis considera que sus trabajos se han vuelto más personales, aunque reconoce que por un tiempo se dejó llevar por la industria y no contaba las historias que de verdad quería compartir.

“Yo no escribo como terapia, quería contar una historia que fuera divertida y entrañable para el público, más allá de querer indagar en mis heridas”, afirma.

“Lo que sí sucedió fue que el montaje de Paula Zelaya (directora de escena) me hizo ver algo que no tenía claro cuando la estaba escribiendo, que Rodrigo y yo somos muy parecidos en el sentido de que nos permitimos la vulnerabilidad un segundo y luego nos cerramos, cómo que esto me incomoda”.

Lo que sí, Luis aclara que Hombre es una obra ligera y ágil, llena de comedia: “Odio los monólogos pretenciosos, aquí todos los temas son abordados veladamente a través del humor y también es muy conmovedora al final”.

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