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A pesar de los malos tragos, Lucila Mariscal es una persona que le ve el lado bueno a las cosas, pues ni cuando perdió un pezón como consecuencia de la negligencia médica dejó de sonreír y encontrar motivos para ser feliz.
En una nueva entrevista con Matilde Obregón, la actriz de "Picardía nacional" rememoró algunos de los pasajes que han marcado su vida.
Uno de ellos fue, definitivamente, cuando tomó la decisión de someterse a una cirugía de reducción mamaria, pues su talla de sostén -recordó- era 44 doble D-E, lo que le dificultó por años encontrar un brasiere acorde al tamaño de sus senos.
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De hecho, por mucho tiempo, Lucila tuvo que viajar a Estados Unidos para encontrar el tipo de sostenes que necesitaba.
"Me los tenía yo que traer (los brasieres) de Estados Unidos porque aquí no lo tienen y no entiendo por qué, no hay aquí y me cansé de buscar", dijo.
Fue en 1998, cuando la actriz tenía 56 años, tomó la decisión de reducir el tamaño de sus senos, a través de una intervención quirúrgica, por lo que acudió con un doctor que otra famosa le recomendó.
"Me lo superrecomendó una actriz que todavía vive, me dijo que era lo máximo", expresó, aunque no quiso dar nombres: "No acarrea nada bien mencionar cosas del pasado que te lastimen, que te molesten".
Y aunque Mariscal acudió al consultorio con muy buenas referencias sobre su trabajo, el resultado no sólo la dejó insatisfecha, sino que puso en riesgo su vida.
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De acuerdo con la comediante, el doctor que la trató no se dedicaba a la cirugía plástica, sino a una rama completamente distinta de la medicina.
"Ya ni me lo remember, please... fue horrible, fue horrible porque era un señor que, para empezar, no era cirujano plástico... me parece que era odontólogo", relató.
La actriz negó que, aprovechando que sería puesta bajo el bisturí, pidió que también le realizara una liposucción, pues aseguró que fue el doctor quien tomó la decisión de someterla a otros procesos sin su consentimiento.
"Me hizo lo que se le pegó la gana, el desgraciado este, cuando me tuvo en el quirófano me hizo lo que quiso; según el la reducción del vientre, la liposucción, reducción de mamas y ay...", detalló.
La operación de Lucila duró alrededor de 10 horas; la anestesia con la que la durmieron le causó un grave daño, pues recuerda que ya no podía despertar.
"Me estaba muriendo, no me morí porque Dios no quiso y aquí estoy", afirmó.
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La consecuencia de esta operación fue que todo su cuerpo se infectó:
"Me estaba echando a perder por dentro", confió.
Fue así que un médico, que Televisa le proporcionó, tomó la determinación de quitarle uno de los pezones para que su vida ya no corriera riesgo.
Fue así que, a punto de perder la vida, la actriz se dio cuenta que debía estar contenta con la persona que era y en cómo lucía.
"Empecé entrar en conformidad con lo que yo tenía y con lo que yo era, lo que nunca he aceptado es la tristeza, no lo acepto por nada en el mundo; el ser infeliz estando aquí no conduce a nada porque esto es por temporal, no es para siempre, ¿qué caso tiene que lo ocupes en sufrir? Cuando traigo una pena, me pongo terca para estar feliz", destacó.
melc