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A lo largo de su trayectoria de 52 años, Helena Rojo interpretó un sinfín de personajes, sin embargo, la audiencia nunca olvidó a Luciana Duval, el papel que interpretó en la telenovela de "El privilegio de amar", debido a que logró una entrañable interpretación a través de una mujer que lucha para dejar atrás las limitaciones económicas, para convertirse en una exitosa empresaria, sin embargo, para alcanzar todos sus éxitos, pierde un aspecto muy importante en su vida, que la atormentó cada uno de los días de su vida; el ser madre.
La noticia de su fallecimiento ha producido consternación generalizada, debido a que Rojo fue una de las actrices más emblemáticas de la televisión y el cine mexicano por más de cinco décadas. Además de trabajar con grandes cineastas, participó en algunos de los melodramas más conocidos y retransmitidos en México y en otras partes del mundo.
Nos referimos a "El privilegio de amar", la telenovela de Carla Estrada, emitida del 27 de julio de 1998 al 26 de febrero de 1999, en que Rojo interpretó a Luciana Duval.
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Luciana era una mujer que, en su juventud, trabajaba en la casa de los Velarde, ayudando con los quehaceres domésticos; ahí, la joven conoció a Juan de la Cruz Velarde, un muchacho de su edad que estaba a punto de entrar al seminario para prepararse y, eventualmente, convertirse en sacerdote.
Con el trato diario, Luciana se enamora de Juan de la Cruz que, una noche antes de internarse en el seminario, intima con ella y, luego, se va de casa sin hablar con ella ni darle ninguna explicación por la culpa que lo embarga, así como por las presiones de su madre, doña Joaquina, que intuye que su hijo falló a su promesa de castidad.
Poco después, Luciana cae en la cuenta que, producto de su primera relación sexual, queda embarazada, lo que la lleva a un camino infortunado, pues la madre de Juan de la Cruz prescinde de sus servicios, cuando más necesita el trabajo, y, cuando se ve en una situación tan precaria, que teme por la vida de su hija recién nacida, decide abandonarla fuera de una casa de una familia adinerada.
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Con los años y la dureza que se anidó en su corazón, tras las pruebas que le pone la vida, Luciana se vuelve una mujer exitosa, dueña de una casa de modas, sin embargo, su pasado nunca la deja de perseguir, hasta que se reúne con su hija, Cristina Miranda, luego de años, aunque, en principio, ninguna de las dos sabe que son madre e hija.
Este papel le granjeó uno de sus mayores éxitos, a pesar de que, para esa época, ya tenía una carrera más que consolidada, a 30 años de haber debutado.
En una entrevista con Mara Patricia Castañeda, la actriz confió que "El privilegio de amar" marcó un "antes y un después" en su carrera, por todo el cariño que consiguió del público, pues contó que, todavía hoy, hay clubs de fans sobre su personaje, activos en las redes sociales.
"Hay cosas que hace uno sin saber cómo van a funcionar, el impacto que van a tener; hay un club de fans que se llama ´El privilegio de ser Helena Rojo´, entraron chicas de todo el mundo, todavía están en las redes y me apoyan muchísimo, siempre se los agradezco mucho; de Italia, Eslovenia, España", destacó.
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Para la actriz, era un fenómeno increíble que el melodrama tuviera tantas repeticiones y tuvo que reconocer que ella nunca vio la telenovela completa, pues no solía ver las producciones donde trabajaba.
"Las gentes me dicen: ´-Estamos viendo de nuevo ´El privilegio de amar´, les digo: ´-Ay, otra vez´, bueno... creo que yo no nunca la vi completa, pero la historia era fantástica, para mí, el personaje era buenísimo, me gustó mucho interpretarlo, y andar entre las aguas del pasado de la mujer y tratar de arreglar una familia, los negocios, la búsqueda de la hija, era muy interesante como personaje", contó.
También recordó la escena cuando encuentra a Andrés García y Sabine Moussier, quienes interpretaban a su esposo y su amante en la telenovela, en un jacuzzi, siéndole infiel, y donde los confronta violentamente; una de las más recordadas por la audiencia.
Rojo la recordaba no sólo como una escena tormentosa sino como una situación dolorosa, porque vivió el momento como si verdaderamente le estuviese pasando a ella.
"Ay qué horror, yo sufrí muchísimo para hacer la escena, sentí que no era una cosa nada más de ´vamos a actuarlo´, entonces me empecé a cargar de adrenalina, para entrar y dar de golpes, muy desgastante y muy doloroso también, porque le jaloneé los pelos a la pobrecita de Sabine, después le pedí disculpas, pero llega un momento que ya no hay límites entre la realidad y la ficción, de la carga que me había metido de adrenalina, y estaba en la puerta de: ´-Ya abran la puerta, ya digan tres, cuatro...´", recordó con una sonrisa.
Además, Rojo destacó que fue una época en la que casi no coincidía con su esposo, con quien estuvo casada por 32 años, Benjamín Fernández, pues mientras grababa la telenovela también estaba en una puesta en escena, por lo que su esposo llegaba a pedirle cinco minutos para compartir, conversaban un poco, y volvían a sus actividades propias, pero eso nunca los limitó a seguir nutriendo su amor.
melc