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Como si fuera el personaje de Dorothy, en la mágica tierra de Oz, Lucero Mijares ha dejado huellas en su camino dorado de 18 años, caminando al compás de tres acompañantes ineludibles: sus padres, Lucero y Manuel Mijares, y su hermano José. Pero en la actualidad, otro personaje esencial surge en su travesía: Juan Torres, el productor que le entregó la llave del maravilloso universo de los musicales con El Mago (The Wiz).
“Pienso que Dorothy tiene mucho parecido conmigo, porque es una niña muy noble que tiene mucha esperanza, tiene a estos amigos a los que lleva a que logren su sueño, su meta”, dice a EL UNIVERSAL.
“Yo le estoy cumpliendo el sueño a Juan de producir una obra y él me está cumpliendo el de hacer teatro, y eso es lo que me llama la atención, que van encontrándose estos amigos que al final se hacen cómplices, mataron a la bruja, encuentran al mago, consiguen lo que quieren, y es lo que yo siempre he pensado, que lo que sueñas lo puedes conseguir”, añade.
Lucero encuentra más paralelismos con la puesta en escena. La tormenta que le llegó por sorpresa, como a Dorothy, fue la obra La jaula de las locas, que la hizo querer aventurarse en ese mundo de fantasía que es el teatro musical. Fue hasta la obra Beetlejuice, que vio en Broadway, que supo que quería cumplir ese sueño.
“Me empecé a visualizar mucho en el escenario; yo viendo al público, en vez de ver a los actores. Ahí empezó este amor al teatro y la verdad es que me encantó”, recuerda Lucero.
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Desde entonces comenzó a trabajar para ese objetivo, subió al escenario en diferentes oportunidades con sus padres, y el pasado 30 de junio por primera vez, actuó, cantó y bailó, como lo había soñado, pero con una condición que Manuel y Lucero le impusieron...
“Me dijeron que terminara la escuela (la preparatoria). Tuve que aplicarme porque digamos que no me gusta mucho, metí muchas clases en vacaciones y ahí mis papás vieron que (el teatro) realmente era lo que yo quería hacer porque metí clases en vacaciones, me apliqué, terminé y aquí estamos hoy”, cuenta entre risas.
Tal vez esto se deba a que la principal escuela para ella han sido sus dos padres, quienes, a pesar de su separación, siguen trabajando en el escenario y fuera de él por sus hijos.
“Tengo a dos grandes maestros, que saben llegarle a la gente. Les he aprendido tantas cosas, el amor que tienen hacia su trabajo, cómo tratan a las personas, la paciencia que tienen, su puntualidad que es importantísima, pero lo mejor: el amor que tienen a su trabajo.
“Son muy cariñosos, apapachadores, rara vez son muy exigentes, a veces me aconsejan ‘aquí mastica más las palabras para que se entienda un poco más’, cosas más técnicas”, comparte la actriz.
Con fe en el teatro
Ahora que tiene la oportunidad de estar en un escenario, para Lucero ya no sólo se trata de cumplir su sueño y demostrar su talento, sino ir más allá noche tras noche.
“Lo más importante de esto es contagiar a los jóvenes para que hagan teatro, porque creo que hace mucha falta el teatro en México y pienso que ojalá alguien se vaya de aquí con la sensación que yo tuve al ver mi primera obra”.
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Su idea de influir en otras personas no es gratuita. En redes sociales su impacto en las nuevas generaciones comienza a notarse en mensajes de cariño. Pero en ese camino también comienza a superar obstáculos, como Dorothy hace con el jardín de las amapolas, pues sabe que en las redes también hay espacio para comentarios negativos.
“Mi mamá me heredó no hacer caso a los comentarios malos, pero es como un tiro al blanco; hay algunas flechas que se rompen, se resbalan, y hay algunas que se clavan, pero te las puedes quitar. Son pensamientos poco importantes, sé que muchas cosas no son reales, pero lo que sea real, intentaré tomarlo de la mejor manera, y aplicarlo a mi vida”, dice Lucero.
Ahora se mantendrá enfocada durante 16 semanas en el Teatro Hidalgo para dar funciones cada fin de semana de viernes a domingo, mientras en el camino sigue encontrando el siguiente paso en su vida.
“Sí pienso dedicarme a este mundo del arte, es algo que me encanta, me llena de alegría, me siento plena en el escenario, pero siento que nunca me cansaré de seguir aprendiendo lo que sea, y si en algún momento llega alguna carrera que no tenga que ver con el arte feliz la tomaría”, asegura.