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Love of Lesbian, la banda de rock española, asegura, a través de su vocalista Santiago Balmes, que no entienden cómo, pero su música conecta profundamente con miles de personas en México.
Para los mexicanos, las razones son claras: humildad, buen humor, modestia, agradecimiento e incluso los gestos de pena que la banda demuestra durante sus presentaciones en vivo. Santiago, siempre conmovido, y el grupo, concentrado en tocar con precisión, logran crear una conexión especial.
Todo esto resuena especialmente con el público de la Ciudad de México, mayormente joven, de entre 20 y 35 años: efusivos, alegres, motivados y llenos de energía. Brincan, mueven los brazos y cantan. Los mexicanos se sienten atraídos por las expresiones genuinas de la agrupación, los momentos espontáneos y las miradas de reojo de Santiago, quien siempre ofrece sonrisas sinceras, al igual que el resto de los músicos.
Su audiencia valora esos pequeños gestos, como cuando Santiago levanta un peluche lanzado por los fans, un detalle que ocurre en todos los conciertos de nuestro país. Sin embargo, él rápidamente toma la figura, la coloca al micrófono y, por unos segundos, se convierte en ventrílocuo, lo que provoca carcajadas entre los asistentes.
El mexicano es difícil de engañar y sabe percibir la espontaneidad, lo que explica por qué Love of Lesbian cautiva al público en cada momento del show. En un punto, pareciera que los roles se invierten y los asistentes son quienes toman el control del espectáculo. Sacan sus celulares, los encienden, organizan los movimientos de sus manos y cantan más fuerte que la propia música del escenario.
“¡Wow! En este momento quería preguntarles si quieren cantar con nosotros, pero ya no hace falta que se los pregunte”, dice Santiago, mirando incrédulo, con una sonrisa como si estuviera abriendo un regalo muy esperado. No lo dice con presunción, al contrario, parece querer esconderse tras el bombo, aunque sigue disfrutando el show.
Se acerca al borde del escenario, se sienta y se relaja como si estuviera sintiendo el viento, pero no es viento: son los 15 mil fans que cantan "Segundo Asalto". Cierra los ojos para escuchar, y cuando los abre, todos los fanáticos han encendido nuevamente sus luces, creando una imagen que parece una lluvia de estrellas durante "Cosmos".
Santiago y sus compañeros se presentan con la naturalidad de un día cualquiera, con sombreros primaverales, chalecos y camisas. En un momento, el guitarrista Julián Saldarriaga levanta un jersey de la selección mexicana que cae sobre el escenario y se lo pone.
En medio de la fiesta, la banda no olvida su sensibilidad y envía un mensaje de apoyo a su tierra, Valencia, que ha sido devastada por lluvias torrenciales, exacerbadas por la negligencia de los políticos locales.
“Tenemos el corazón partido en dos. Por la ineptitud de algunos políticos, lo ocurrido en Valencia se debe a su negligencia; por su culpa, el daño ha sido mucho mayor. A veces, algunos políticos hacen más mal que bien, y estamos devastados por la catástrofe. Aunque estamos en diferencia de horarios, les pedimos que nos ayuden, mandemos amor infinito a toda la gente que está allá, arremangada sacando fango”, dijo Santiago.
La noche continuó con un reconocimiento mutuo entre la banda y su público, cantando, bailando y disfrutando juntos. Las canciones “Allí donde solíamos gritar”, “Oniria” y “John Boy” marcaron el cierre del concierto. Aunque la satisfacción fue total, el público no dejó de pedir “Los Toros en la Wii”, tema que, una vez más, no llegó durante el show.