Javier Bátiz, aún sin cumplir 15 años, ya se abría paso como guitarrista en Tijuana, ciudad en donde Los Rebeldes del Rock atestiguaron su virtuosidad y, poco antes de que Johnny Laboriel los abandonara, vieron en el músico el prospecto perfecto para tomar su lugar, pero ¿por qué terminaron por no incluirlo en el grupo?
Bátiz (1944 - 2024) aleccionó a algunos de los músicos más importantes, como ocurrió con Carlos Santana, a quien le enseñó a tocar blues en la guitarra y, entre los ciencia y los sesenta, su nombre y el de su grupo, los TJ´s, era muy conocido.
Fue así que Javier de la Cueva, que tocaba como pianista en Los Boppers, en una visita a la ciudad de Tijuana por un festival de rock, se interesó por conocerlo y verlo tocar.
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Al ver su espectáculo, de la Cueva no dudó ni dos veces en contarle a algunos integrantes de otras bandas capitalinas que tenían que escuchar la forma en que Bátiz tocaba su instrumento; entre ellas se encontraban Los Rebeldes del Rock, que ya eran muy conocidos por temas como "Rock del angelito", "Melodía de amor" y "La hiedra venenosa".
Al ver a don Javier tocar lo invitaron a viajar a la Ciudad de México con ellos, para hacer una prueba para entrar como posible reemplazo de Johnny Laboriel quien ya les había avisado a sus compañeros que pronto los abandonaría, por lanzarse como solista.
Fue así que llegó a nuestra ciudad, sin embargo, el músico no pasó la prueba, pues a pesar de su gran técnica para tocar la guitarra gustaba mucho al grupo, su forma de cantar era muy distinta a la forma nasal de interpretar Laboriel; su voz era más bien aguardentosa.
Convencido de su talento, Bátiz no se desanimó y, en cambio, comenzó a buscar trabajo como músico, mientras los integrantes de Los Rebeldes del Rock lo alojaban en su casa.
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Bátiz dio con un café llamado "La Fusa", ubicado en la calle de Coahuila en la Roma Norte, donde tocaba el grupo de Manolo Gómez y su cuarteto de jazz.
Luego de que el grupo acabara su actuación, Bátiz pidió al dueño que le permitiese tocar el piano y mostró sus capacidad en el blues, por lo que, inmediatamente le ofreció que trabajara para él.
Ese fue el comienzo de 31 años en los que don Javier residió en la Ciudad de México.
melc