No sólo hacer cine independiente, también proyectarlo ha sido complicado históricamente. En París, por ejemplo, hay un cineclub muy íntimo, de sólo dos salas, llamado Espace Saint Michel.
Su historia data de 1911, pero se le recuerda más porque el 23 de octubre de 1988 un grupo religioso provocó un incendió que dejó 13 heridos. El motivo: la proyección de la cinta La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese, prohibida entonces en México.
La pandemia por el Covid-19 provocó más unión en el país galo en torno a estos lugares, allá se creó la iniciativa Yo amo mi cine parisino independiente, que invitó a los amantes del cine poco convencional a comprar al menos un boleto con la reapertura de las salas, que en el caso del Espace Saint Michel será el próximo 5 de agosto.
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En México también ha sido difícil apoyar las salas de cine que proyectan historias poco convencionales. La propia cinta de Scorsese tardó 16 años en estrenarse en el país al abordar temas sensibles para el cristianismo como el mostrar a un Jesús humano que sucumbía sexualmente ante María Magdalena. Irónicamente, fue La última tentación de Cristo, en su versión de 35 milímetros, la que se presentó el 22 de marzo, cuando se suspendieron las funciones de la Cineteca Nacional de México.
Julio César Durán, crítico e investigador de cine en el recinto, asistió esa tarde. El filme de Scorsese tuvo la sala a menos de la mitad, así lo disponían ya las autoridades, y no volvió a ver la sala sino meses después, vacía y polvosa.
La incertidumbre por la pandemia es más aguda en espacios más intimistas, como La Casa del Cine, ubicada en el Centro Histórico, que aguarda al semáforo amarillo para su regreso. En este lugar el cartel de la película Ya me voy luce atemporal desde el 11 de marzo.
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Sus dos salas, de 18 y 43 butacas respectivamente, ya esperan a los cinéfilos. En 2017 tuvo que cerrar un mes, pero el año pasado recibió a 30 mil 500 espectadores. Ante la situación crítica, en junio recibió un apoyo de la alcaldía Cuauhtémoc que adquirió 150 boletos (unos 60 mil pesos), como parte del programa de reactivación llamado “Cuauhtémoc, el corazón de México, cultura y recreación”. Las entradas serán repartidas gratuitamente en otros negocios de la alcaldía durante la reapertura. El fundador del lugar, Carlos Sosa, asegura que con ello pudo pagar la nómina de sus 12 trabajadores durante un mes, aunque el futuro sigue apostando a los cinéfilos. Sostener a La Casa del cine abierta genera un costo que rebasa los 200 mil pesos. A raíz de la pandemia, Sosa mantiene el proyecto con donaciones de amigos, clientes fieles y de su bolsillo.
Sin apoyo, algunos sitos en México han tenido que adaptarse. El Cine Tonalá, en la colonia Roma, abrió desde el 11 de julio, pero sólo como restaurante y terraza. Hoy recibe diariamente a unas 30 personas, pero antes llegaban a ser 140. Su sala, con 90 butacas, ya luce oscura y con huellas con polvo.
Jorge Lazcano, gerente del lugar, dice que el cine nunca había sido la fuente principal del establecimiento, sino también el menú. Por eso, además de ofrecer funciones en línea, ahora subsisten con platillos como pozole vegetariano y hamburguesa de pollo orgánico.
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