A lo largo de la historia de la televisión mexicana los melodramas se han caracterizado, en su mayoría, por tener finales felices y rosas; sin embargo, han habido excepciones en las que más allá del "felices para siempre" y las tradicionales bodas, los personajes atraviesan situaciones desde cómicas e hilarantes, pasando por los finales abiertos que tanto causan controversia, hasta los que han resultado hasta tétricos y desconcertantes .

Aquí te presentamos los cinco finales de telenovelas mexicanas que han causado controversia entre audiencias de distintas generaciones, incluso hasta nuestros días:

1. "No tengo madre"

permanece enfocado en el cine y la comedia desde Estados Unidos, pero como él mismo ha dicho en diferentes entrevistas, intentó durante mucho tiempo escalar en las filas de Televisa como actor. A finales de los 90, Eugenio ideó una telenovela llamada " No tengo madre ", en la que él mismo actuó como protagonista al lado de Natalia Esperón, Saby Kamalich, Susana Alexander y Raymundo Capetillo .

La historia, producida en 1997 por Carlos Soto Mayor , jugaba con las trágicas situaciones de telenovelas, pero con el característico sentido del humor de Derbez. Se trataba de un joven que quería ser comediante cuya madre, antes de morir, le confiesa que no es su verdadera mamá y le da algunos datos de dónde encontrarla.

Como la telenovela no logró tener el éxito necesario ordenaron su final de forma apresurada, por lo que Eugenio se dio el gusto de que en la escena final, cuando Eligio Augusto se casa con Abril Vasconcelos y están por hacer el brindis, uno de los personajes pide las copas, a lo que le contestan “ya no hay copas, se las llevaron a la telenovela que empieza el lunes, y apúrese con los bocadillos porque nos los pidieron para la novela de gente bien”.

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Al final, una voz anuncia que los recién casados se separaron dos meses después porque Abril “no soportó los problemas gastrointestinales de Eligio”. Eligio se concentra en ser clavadista, pero tiene un accidente que lo deja en estado vegetal, por lo que María (Susana Alexander) “va a regarlo todos los días”.

Puedes ver ese final aquí:

2. "Alondra"

En esta novela de 1995, Alondra ( Ana Colchero ) se debatía entre dos amores: el de Bruno (Gonzalo Vega) y el de Carlos (Ernesto Laguardia). El primero era su gran amor, pero desafortunadamente era un hombre casado, motivo que la lleva a casarse con el segundo, pero después se reencuentra con su amor prohibido y sucumbe.

Su esposo se entera, pero decide que pueden seguir juntos y superar los problemas y el pasado. “Nunca busqué ser el primer amor de tu vida, sino el último, tu último amor”, le dice Carlos en una de las escenas.

3. "Lazos de amor"

Mientras que las telenovelas suelen tener un final feliz en el que los villanos pagan las consecuencias de sus actos y los buenos viven felices para siempre, en "Lazos de amor" nos presentan un final un tanto inesperado.

La historia trata de las trillizas María Guadalupe, María Fernanda y María Paula, todas interpretadas por Lucero . Las niñas viajan a una casa de campo en su infancia, cuando de repente un berrinche de María Paula hace que su padre pierda el control al volante, haciendo que el vehículo se salga de la carretera, provocando la muerte de sus padres y separando a las hermanas.

Tras muchas situaciones, las tres hermanas se reencuentran, pero María Paula se ha convertido en una persona aún más egoísta y ambiciosa, por lo que sus hermanas se vuelven un estorbo.

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Al final, parece que la villana María Paula muere, por lo que su hermana María Guadalupe puede vivir feliz con el amor de su vida, con quien se casa y se va de luna de miel; sin embargo, un gesto descubre la posible triste verdad, pues en una de las escenas se toca la ceja tal y como lo hacía María Paula, por lo que queda la duda de si quien murió era la hermana buena o la mala.

4. "Gabriel y Gabriela"

Esta telenovela es de las más importantes en la vida de la actriz Ana Martin , quien interpreta a Gabriela, una joven que no es refinada, sino todo lo contrario: tiene el pelo corto, es un tanto tosca y trabaja como pescadora.

Un día se encuentra con Carlos (Jorge Rivero) y entre ambos surge una gran química. Él decide romper su compromiso previo con una mujer interesada y Gabriela, enamorada, se arregla más y está 100 por ciento feliz, hasta que ve en el periódico que Carlos es feliz con la otra chica.

Aunque todo fue una trampa

, ella no lo sabe y decide irse al mar y trabajar en un barco, haciéndose pasar como un hombre, donde conoce al millonario Fernando del Valle (Juan Ferrara), él la contrata y poco a poco comienza a haber una atracción entre ellos.

Gabriela, como Gabriel, primero le dice a Fernando que tiene una hermana gemela, pero poco después se descubre la verdad, que es ella disfrazada de hombre. Fernando le propone matrimonio a Gabriela, y cuando parece que todo está bien, ella se reencuentra con Carlos, quien le dice toda la verdad y la hace dudar de con quién quiere estar.

La escena final de esta telenovela siempre será un misterio, pues aunque se ve a Gabriela llegar al altar y casarse con alguien, nunca se sabe con cuál de los dos se casa.

5. Cuna de Lobos

“Yo no soy Braulio, soy el pequeño Edgar”. Este es, tal vez, uno de los finales más esperados en los 80, tanto que incluso el noticiero de Jacobo Zabludovsky comenzó hablando de la noticia del gran final.

La malvada Catalina Creel , interpretada por María Rubio, quien muchas veces se salió con la suya, decide quitarse la vida luego de matar a su propio hijo, Alejandro Larios (Alejandro Camacho) por accidente, pues ella a quien quería asesinar era a José Carlos (Gonzalo Vega), su hijastro.

Tiempo después, Leonora y Juan Carlos tratan de rehacer su vida con el pequeño Braulio, quien había sido criado como Édgar por Catalina y Alejandro. La pareja cree que el niño no sabe nada del terrible pasado y de su aún peor abuela; sin embargo, en otro lugar de la casa, Braulio juega a escondidas con el pequeño José Carlos, su hermano, en el cuarto de su abuela, y de pronto José Carlos le dice que vayan a comer.

En eso, la escena, que hasta el momento parecía una simple travesura de niños, se vuelve tétrica, pues su hermanito voltea desde el escritorio que fuera de Catalina y, con el mismo parche en el ojo, le dice: “No soy Braulio, soy el pequeño Édgar”, con una maldad que dejó boquiabiertos a los televidentes y con muchas preguntas en el aire sobre qué habría pasado después.

nrv