El Salón Los Ángeles cumplió el fin de semana pasado 85 años y es el único lugar donde aún se puede vivir lo que era la vida nocturna en México, además es un espacio que ha generado un fuerte lazo con sus clientes, los vecinos de la zona y las estrellas que se han consagrado en su escenario y que le tienen un cariño especial.

“Hay historias muy bellas, como la de un cliente de quien nos avisaron que, después de su cremación, pidió que esparcieran sus cenizas un domingo, en el salón; nos enteramos hasta que ya lo habían barrido; lo que él decía antes de morir es que en los resquicios de la duela deseaba que ahí quedara algo y que ahí quería estar oyendo música”, recordó Miguel Nieto Applebaum, actual dueño y administrador del Salón Los Ángeles.

El amor de la gente por este espacio, donde ha sentido la felicidad entre la música y el baile, es tan grande que algunos piden ser velados en su pista, como sucedió hace casi un mes con la fotógrafa Lourdes Grobet, famosa por retratar a los ídolos de la lucha libre, y que murió el 15 de julio pasado, o la elección de una pareja estadounidense que decidió realizar su boda en este mítico lugar, trayendo a sus 300 invitados desde Nueva York a la Ciudad México; se divirtieron bailando salsa, mambo y demás.

“En Los Ángeles puede pasar de todo, de hecho, ha pasado de todo, desde que vinieran Diego Rivera y Frida Kahlo hasta que llegue con mucho gusto ‘El Tirantes de Tepito’, en él Héctor Suárez se inspiró para uno de sus personajes”, señaló Nieto Applebaum.

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Escenario de teatro

Este lugar también ha dado cabida a puestas en escena como “Salón México”, “Cada quien su vida” y “Aventurera”, musical que marcó toda una época desde 1997, cuando estrenó teniendo como protagonistas a Edith González y Carmen Salinas.

“Tuvo enorme éxito y la desfachatez de hacer comentarios políticos muy aventurados en ese entonces; aquí Edith González pasó de ser exclusivamente de telenovelas a ser una actriz de teatro musical; todas estas cosas han sido en parte accidentales que nos han tocado vivir”.

Sus coloridas paredes, su duela color miel, las luces neón y hasta los carteles de los bailes de antaño que cuelgan en sus paredes han servido de escenario de múltiples películas, series, telenovelas, cortometrajes y videos musicales, entre ellos destacan “Esquina bajan” (1949), “Danzón” (1991), “Paradas continuas” (2009), “Cantinflas” (2014) y “Cuando los hijos regresan” (2017), entre otras.

“Los Ángeles es un excelente set para muchas cosas, primero porque puede ser motivo de cualquier historia de los últimos 85 años, tiene un rango de temporalidad altísima; el salón es un set natural, hay por lo menos unas 10 filmaciones de películas en el transcurso del año, que es otra parte que nos ha ayudado a salir adelante”, detalló el empresario.


Visitantes ilustres

Decir quién es el artista más grande que haya pisado el escenario del Salón Los Ángeles es algo casi imposible para Miguel Nieto, porque aseguró que depende de la época a que se refiera; por ejemplo, en la década de los 40 fue Benny Moré, quien en un descanso escribió en una mesa de este recinto el tema “Bonito y sabroso”, pero también están la Sonora Matancera, Willie Colón, Rubén Blades, Pepe Arévalo, Dámaso Pérez Prado, incluso Celia Cruz, para él no hay forma de elegir.

Miguel Nieto explicó que los turistas siguen considerando atractivo visitar el Salón Los Ángeles porque es una manera de vivir la fiesta nocturna que ofrece una ciudad como ésta, por eso los domingos es muy común ver a grupos de extranjeros bailando y disfrutando de la música, incluso el dueño del lugar recuerda una visita de la bailarina mexicana Elisa Carrillo, quien llegó con un grupo de colegas quienes hicieron suya la pista de baile.

“Elisa Carillo nos regaló sus zapatillas y están en nuestra pared; ella trajo a los bailarines con quienes había alternado en el Auditorio Nacional, había gente de Inglaterra, Alemania, de Estados Unidos, que jamás habían bailado en un salón mexicano, ni de ningún lado, y mucho menos cumbia, entonces estaban encantados y cada uno sacaba sus propios pasos y la pasaron muy bien”.

La magia del Salón Los Ángeles se trasladará este año a Guanajuato, donde tendrá presencia en el Festival Internacional Cervantino, colaborando con la Internacional Sonora Santanera, con quienes llevarán y recrearán el ambiente de este lugar de baile, donde los pachucos y las rumberas darán clases de diversos ritmos para quien quiera formar parte de este espectáculo, con el que siguen la celebración de este 85 aniversario.

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Una tradición a punto de morir

La administración de Miguel Nieto Applebaum comenzó en 1972, cuando su fundador, Miguel Nieto, su abuelo, falleció, es decir, son 50 años de estar al frente del Salón Los Ángeles, una tarea que, aseguró, no ha sido nada sencilla.

“Ha sido un continuo conflicto entre los intereses económicos de la familia y el de que un proyecto iniciado por mi abuelo, después por mi papá, seguido por mí, mi mamá (Armida Applebaum) y mi hermana, siga; considero que vale la pena que un lugar de esta naturaleza se conserve como memoria histórica... he tenido el apoyo de mi familia en la decisión de continuar de la mejor manera posible, transformando algunas cuestiones para que sea tan rentable y no tirarlo y hacer edificios”.

Entre los planes para prolongar la vida del salón se encuentra el convertirlo en centro cultural, donde tengan cabida artes como la música, el teatro, la gastronomía, la moda y el cine, entre otras cosas.

Después de pasar por un cierre obligado durante dos años, la situación económica de este recinto es complicada, por eso, para que pueda sobrevivir, se necesitan ingresos mínimos de 4 millones de pesos al año durante la siguiente década.

“Estamos con mucha deuda, por lo tanto, tenemos que inventar cosas, invitar a nuevas obras de teatro, bandas, espectáculos, armonizar el desarrollo tecnológico con un lugar de encuentro presencial, que ha sido una de las grandes problemáticas del salón”.

Sobre el futuro de Los Ángeles, Miguel Nieto aseguró que es incierto, no sólo por la cuestión económica, también porque ninguno de sus hijos o sobrinos tienen el interés de seguir con este legado, el cual podría terminar cuando él falte.

“Cada aniversario es muy gozoso por el hecho de haber llegado, porque puede ser el último, en este momento no hay nada que determine que, si mis hermanos y yo morimos, no tiren todo y hagan edificios, también estaría bien por ellos, porque no sé si vale la pena rescatar toda esta historia o no”, finalizó.