Las grandes aglomeraciones, empujones e insolaciones fueron una constante durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, y la administración de la Ciudad de México de Claudia Sheimbaum, durante las cuales se celebraron más de 20 conciertos gratuitos en distintos puntos de la Ciudad de México con un costo para los contribuyentes registrados ante el SAT.
En un análisis de datos realizado por EL UNIVERSAL, con información obtenida a través del portal de Transparencia, tomando en cuenta los 10 principales shows que se celebraron en el Zócalo capitalino y el concierto de Rubén Blades de fin de año en el Ángel de la independencia, hubo un total invertido en estas presentaciones de 130 millones 72 mil pesos mexicanos.
Esta cifra se divide en dos partidas presupuestales: por una parte la de la Secretaría de Cultura a nivel federal, que se encarga de financiar eventos públicos de carácter en interés nacional, como la celebración del 15 de septiembre, que entre todos sus conciertos tuvo una inversión total de 45.45 millones de pesos.
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Por otra parte está el presupuesto anual individual y distinto, el de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que tuvo una inversión total en los principales conciertos celebrados durante el sexenio de 111.17 millones de pesos.
Si tomamos en cuenta que en México 40 millones 230 mil personas están registradas en el Servicio de Atención Tributaria, cada contribuyente ha aportado un promedio de 3.23 pesos para la realización de estos shows.
Otra constante fueron las presentaciones de cantantes de habla hispana y sólo una banda estadounidense ocupó el primer cuadro de la ciudad para sus conciertos.
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Los tres beneficios
Argel Gómez, encargado del despacho de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, propone tres grandes aspectos a analizar: el beneficio de la inversión pública en conciertos y festivales. El acceso a las diversas expresiones artísticas y culturales, sin importar la condición económica de los asistentes, es gratuito con espectáculos para el disfrute y que se tenga un acceso más democrático.
Por otro lado, el beneficio en el uso y disfrute en una ciudad con gran intensidad en su vida cultural.
El último, la derrama económica. La Secretaría de Turismo y Economía hace una serie de mediciones en cada concierto y por alguno que rebase los 100 mi asistentes, la derrama se estima en los mil millones de pesos, con un impacto importante sobre todo en hoteles, restaurantes, el comercio popular, y otras industrias como la de transporte nacional e internacional, y turismo.