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Concluye un 2019 con sorpresas inesperadas y expectativas traicionadas. Pocas producciones, menos que en años anteriores, llamaron la atención.
Este es un resumen acerca de lo mejor y lo peor que dejó el año en cuestión de cine:
Lo mejor: Parásitos. Inquietante y magistral, confirma que la vanguardia fílmica sigue en Corea. Con igual mérito: Historia de un matrimonio, Contra lo imposible y Largo viaje hacia la noche, ejemplares de cine casi puro.
Mejor de género: Guasón, de excepcional realismo que transforma la conocida mitología del cómic de DC.
Mejor director: Jordan Peele, por Nosotros. Renueva al terror con una pesadilla social y moral raras veces vista (o padecida).
Mejor comedia: Entre navajas y secretos, por agregar lo policial al humor, para beneficio de éste.
Mejor animada: Toy story 4. Casi un milagro mantener la unidad de la saga sin perder consistencia ni interés.
Mejor mexicana: Polvo —aunque la parte final pierde impulso—, valioso debut tras la cámara del actor José María Yazpik. Quien resultó ser el mejor director nacional del año.
Cintas menospreciadas: Leto, un verano de amor y rock; Clímax, El arte de defenderse, Ad astra: hacia las estrellas, La noche de las nerds y Estafadoras de Wall Street. Merecían mejor recepción.
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Peor del año: Miss Bala. También peor segunda versión. La primera nada tenía que decir; ésta mucho menos.
Peor popular: X-Men: Dark Phoenix. Lo súper, cuando el género de cómics se vuelve ridículo y complaciente, es el tamaño del gran churro.
Peor director: M. Night Shyamalan, por Glass, absurda e innecesaria secuela del director más fallido de los últimos tiempos.
Peor comedia: Maestras del engaño. Éste fue creer que el sexismo al revés daría risa.
Peor adaptación: El jilguero. Lección de cómo no meterse con una voluminosa novela genial, aquí mal resumida en una servilleta.
Peor mexicana: Las niñas bien. El respeto a la subliteratura no crea una buena película. Asimismo, respetar buena literatura tampoco lo logra. Lo confirma la pésima El complot mongol.
Peor director: Gael García Bernal, por Chicuarotes. El Charolastra pierde el punto de vista del guión y entrega un melodramón convencional y clasista.
Peor comedia: En un año dominado por tonterías y lugares comunes con repelentes títulos fifís como Lady Rancho, Solteras y ese bodrio de miedo que fue La boda de mi mejor amigo, se llevan las palmas Mirreyes contra godínez y No manches Frida 2 al actualizar la definición de churro.
Cintas sobrevaloradas: El irlandés, Midsommar: el terror no espera la noche y Había una vez en Hollywood. ¿No que debía equilibrarse forma y contenido? ¿No que la primera nunca debía imponerse sobre el segundo?
Peor crítico: Martí Batres. Qué manera de reseñar Joker —Guasón— (El Financiero, 14-X-19) al inventársela con anteojeras seudo-ideológicas.
Es lo malo de ver copias pirata subtituladas en chino mientras dizque se legisla. Si un senador se lanza de crítico, debería dejarse a uno de éstos legislar.