Cuando el público llega al Teatro de los Insurgentes a disfrutar de Mamma mia!, el elenco y el resto del equipo ya lleva mínimo dos horas trabajando antes de la función, no importa que ya sepan al derecho y al revés la obra, pero dos de sus protagonistas, Lisset y Marisol del Olmo, aseguran que no es algo que les pese o moleste porque la pasan muy bien.
“Cuando no estamos en el escenario estamos de cualquier forma juntos, ya sea en el chat o platicando en los camerinos, he estado en producciones grandes y nunca me había tocado un equipo tan amoroso y tan unido”, dijo Lisset mientras se prepara en su camerino, ahí se ponía al día de lo que ha sucedido dentro de la compañía con uno de sus compañeros del ensamble, quien charlaba con ella.
En el camerino contiguo están Marisol del Olmo y Gicela Sehedi, y lo primero que se puede ver en su puerta son recomendaciones de cerrar la puerta del baño y advertencias de que su “tía Gicela” anda agripada y que deben ayudar a cuidarla.
“Ni modo, somos las tías de los muchachos, porque somos las más grandes y en el ensamble en su mayoría son de 20 o 30 años, entonces nos tienen que cuidar por nuestra edad”, comenta mientras sonríe del Olmo.
Marisol explicó que desde que terminó las grabaciones de la telenovela Perdona nuestros pecados ha podido enfocarse más a Mamma mia!, porque ya no tiene que llegar corriendo de un llamado o agotada de las grabaciones, ahora disfruta y el teatro se ha convertido en su lugar tranquilo y feliz, porque no sólo le da un respiro de las prisas y el estrés del día, también de la labor de mamá.
“El teatro exige que descanses horas extras, la voz y el cuerpo debe estar descansado, tienes que darle su espacio, por eso es lindo llegar una o dos horas antes a relajarte”, compartió del Olmo.
“Entre Gicela, Lisset y yo debe haber química, entonces siempre nos damos un abrazo, un apretón de manos o algo que sea una señal de que estamos juntas, eso es importante y para la historia también”, señaló Marisol.