Los Cardenales de Nuevo León y Bobby Pulido demostraron que no es necesario estar en los tumbados o dominar los charts para armar un fiestón.
En la segunda edición del Festival Arre, llevada a cabo ayer en el Autódromo Hermanos Rodríguez, ambas leyendas dejaron claro que la tradición y la conexión con el público siguen siendo la clave para triunfar en el escenario.
Los Cardenales iniciaron el baile en el escenario principal como si no hubiese pasado el tiempo. En especial, al ver a uno de sus fundadores, Chayo, que ya usa silla de ruedas, sin que eso fuera impedimento para que se acercara al público utilizando una pasarela, logrando una conexión intensa con los presentes.
Su energía no sólo movió a los asistentes, sino que recibió una ovación por su entrega, celebrada con cada uno de los temas interpretados por la legendaria agrupación.
Luego, Bobby Pulido tomó el mismo escenario con un estilo mucho más mesurado, pero igualmente encantador para sus fans.
Con un traje blanco y su característico toque romántico, cantó para un público que esperaba más energía, la cual no llegaba.
Esto cambió cuando comenzó con “Desvelado”. El ritmo del acordeón atrajo a miles de personas hacia el escenario principal, creando un ambiente aún más festivo, a pesar de su calma inicial.
Aunque su interacción con seguidores de distintas edades fue limitada, Pulido no necesitó grandes movimientos para ganarse a la audiencia, muchos de ellos fiel al cantante desde hace más de tres décadas.
Belinda, la sorpresa
Más tarde, llegó la invitada sorpresa: Belinda, interpretando “300 noches”, éxito que canta junto a Natanael Cano. Su actuación fue breve pero efectiva, cerrando con un toque fresco en medio de una jornada dominada por las raíces norteñas.
Al cierre del día, se esperaban cantantes de distintas generaciones como Xavi y El Fantasma, además de la leyenda que emocionaba más a los asistentes, Los Tigres del Norte.