De fondo suena “Theme from New York, New York” de Frank Sinatra y dentro de la carpa todos se ven entusiasmados, las luces neón alumbran la pista de hielo, hay palomitas en la dulcería y un payaso vestido de blanco en la entrada, pero al circo le falta algo: el público.
Desde hace más de tres meses el show del circo New York on Ice fue suspendido por las autoridades debido a la pandemia, hoy la familia Padilla, dueña de la carpa, está lista para retomar el espectáculo, el problema es que son uno de los sectores que no figuran en los indicadores del gobierno hacia la nueva normalidad y aún no saben cuándo podrán retomar su labor.
La alcaldía de Milpa Alta ha apoyado durante estos meses a la familia Padilla con los servicios necesarios para subsistir. Detrás de la carpa, viven aproximadamente 20 personas en tráileres móviles y después de un tiempo, el arrendatario del terreno les condonó la renta mientras la crisis termina, los vecinos les dan agua potable con regularidad y la Comisión Federal de Electricidad les permitió pagar sólo el primer mes de la cuarentena.
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“Más de 100 días de estar en este confinamiento, sin actividad y sin ingreso, nosotros ya estamos listos para comenzar, vinieron de protección civil y aprobaron, pero nadie nos ha dicho nada aún”.
”Será un avance gradual”, confia don Humberto.
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“Las paredes de la carpa van a estar levantadas para que haya mayor fluidez del aire, además tendremos un punto estratégico de atención médica y cada función haremos una sanitización de todo el espacio”, asegura Gigio Padilla, gerente general del circo y además es vicepresidente de la Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circos mexicanos (UNEAC A.C).
Tras bambalinas, la coreógrafa Miroslava Padilla dirige a los patinadores para que coordinen su espacio mientras se preparan, les emociona subir a la pista de hielo y hacer su show de trapecismo, que es la especialidad de la dinastía, en la que ella forma parte de la quinta generación circense. Por décadas fueron trapecistas del Circo Atayde y han viajado por todo el mundo.
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“Fue un golpe muy duro, porque eran parte del espectáculo y fueron parte de la educación de muchos niños mexicanos, porque yo recuerdo en los años 50 llegaba un circo a un lugar y los niños no conocían a los animales, se espantaban, y ese era el aporte del circo, una lección de zoológico visual”, afirma Humberto Padilla, quien recuerda ver a sus hijos crecer rodeados de elefantes, jirafas y tigres de bengala.