Diego del Río es uno de los directores de teatro más reconocidos del momento, con él han trabajado grandes figuras como Diana Bracho, Paloma Woolrich, Blanca Guerra, Ludwika Paleta y Maya Zapata, por mencionar algunas, pero tenía un sueño que desde hace mucho quería cumplir: dirigir a su padre José del Río, y la obra “Los humanos” le ha dado esa oportunidad.

“Mi papá estudió teatro, se dedicó a ello, pero hace 30 años él decidió dedicarse a otra cosa y salir de ese universo, pero un actor es un actor toda la vida; cuando yo leí esta obra dije, ‘esta historia la tiene que actuar mi papá’. Se la propuse pero primero me dijo que no, yo le sugerí que la leyera, lo convencí y lo que confirmo en cada ensayo es que ha sido la mejor decisión y un regalo personal para conectar con él desde otro lugar, como artistas, como adultos, creando, viéndolo desenvolverse en algo que también es su pasión”, expresó Diego.

Para el director, es un privilegio de vida haber regresado a su padre al escenario, además de tener la posibilidad de brindarle nuevas herramientas que lo ayuden a desenvolverse como actor. Es así, que Diego ha podido ver, desde primera fila, cómo José del Río trabaja, entra en su proceso de creación de personaje y cómo colabora con los otros actores.

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"Esto es algo que hace de esta obra la más especial de mi vida", confesó Diego.

Durante tres décadas, José del Río se dedicó al desarrollo humano y al coaching, incluso llegó a ser el presidente de la International Association of Coaching (IAC); pero Diego logró despertar nuevamente su pasión por el teatro, de estar ante un público.

"Dice un dicho que lo bien aprendido jamás se olvida, pero a veces uno no tiene la posibilidad de verificarlo tan contundentemente, son 30 años de no pisar un escenario y de pronto ver a un hombre que sabe cómo llegar, cómo colocarse frente al trabajo, de qué manera tomar sus herramientas actorales, su técnica, dejarse dirigir, escuchar, tomar notas, ajustarse a nuevos métodos… porque se ha movido la actuación en todos estos años".

Conecta generaciones

Este factor ha permitido que se generen conversaciones entre generaciones, porque el elenco de “Los humanos” tiene entre sus filas a actores y actrices de diferentes edades, comenzando con la actriz Concepción Márquez, quien decidió ser actriz hasta después de los 30 años y a la fecha lleva más de 50 obras de teatro a sus 79 años; o Pilar Flores del Valle, quien también tiene una amplia trayectoria como actriz y narradora; hasta actores que van pisando fuerte como Luz Aldán, Paulette Hernández y Nacho Tahhan.

Pero esta puesta en escena también puso a Diego del Río en el privilegiado grupo de hijos que pudieron trabajar con su padre, como los hermanos Bichir (Demián, Odiseo y Bruno) y su papá Alejandro Bichir en las obras “Malcom y su lucha contra los eunucos” y “El último preso o la policía”; o los Bonilla (Fernando y Sergio) que han estado en temporada con su padre Héctor Bonilla con la obra “Almacenados”; pero a diferencia de Diego, sus progenitores jamás dejaron la actuación.

"Es un regalo que no esperé y tener ahorita la posibilidad es muy especial, porque es reconocer en gestos, en voces, en palabras, en expresiones, en anécdotas, la historia de alguien que te ha acompañado toda la vida. Las personas en que uno siempre piensa son los papás, porque son las dos figuras centrales que te forman, incluso si son ausentes, entonces poder ver en la escena esas partes que forman parte de tu intimidad y de un ser que conoces tanto, emerger en un personaje o en la actuación para crear la historia de otra persona, no se parece a nada más".

Es por eso que Diego considera que “Los humanos” fue la obra ideal para este regreso, porque es un texto donde se habla de la familia, donde se muestran los vínculos con los cuales cualquiera se puede reconocer.

"Esta obra es como una cita pendiente con un viejo amor que de pronto vuelve a tu vida, que después de 30 años vuelven a encontrarse para darse cuenta que esa pausa en el tiempo fue un ‘hasta pronto’, con la promesa de volverse a ver con otras experiencias, con otras ganas de volverse a abrazar. Yo no sé qué va a pasar después de aquí para la vida actoral de mi papá, pero lo que sí sé es que estos meses de trabajo con esta obra y este equipo tan especial, no se nos van a olvidar nunca, ni a él ni a mí".

Como en todas las familias

La idea de montar “Los humanos” fue de la actriz Paulette Hernández, quien vio la versión original en Estados Unidos y salió tan conmovida de la función, que de inmediato le llamó a Diego del Río para proponerle que la llevaran a México, así que el director se dio tiempo de conocer el texto y ver de qué trataba antes de decir que sí, y aunque su estreno tuvo que retrasarse debido a la pandemia, el 2 de agosto levantará el telón en el Foro Shakespeare.

La puesta en escena se desarrolla durante una cena de Navidad, donde Erik y Doris Bada se reúnen en el nuevo hogar de Berenice, su hija menor, y de su novio Ricardo. En la cena están también Aline, la hija mayor, y Yaya, la mamá de Erik, quien sufre de Alzheimer.

Esta reunión genera ciertas situaciones que permiten hablar de temas como la vejez, el miedo, las diferencias entre generaciones y la pérdida.

Para Diego, dirigir este texto ha sido un verdadero regalo, porque esta obra de Stephen Karam está escrita de manera sutil y delicada, y al estar llena de capas le ha permitido hacer una investigación actoral, al ir mostrando los vínculos de esta familia y dando una sensación de realidad al espectador que los hará conectar con lo que ven en escena y relacionarlo con sus propias familias e historias.

La traducción y adaptación de Paula Zelaya Cervantes ha sido fundamental para esto, porque ella ha logrado aterrizarla perfectamente dentro del contexto mexicano, usando palabras, situaciones y hasta referencias que serán reconocibles para el espectador.

Lo entrañable de esta historia para Diego de Río, es que pone ante los ojos de la gente el efecto del paso del tiempo, la posibilidad de la pérdida, primero con los abuelos y luego con los padres.

"Eso invariablemente denota reflexiones, miedos y emociones que remueven el corazón de las personas, por eso la gente se va a conmover y por lo sutil de los vínculos, porque lo que los sostiene, en medio de todas las peleas, de los desacuerdos generacionales que puedan existir en la familia, es una base de amor muy fuerte. Los personajes aquí se agarran del chongo, pero al mismo tiempo se aman, porque las familias duelen y confrontan; pero al mismo tiempo es muy divertida, porque tiene un humor muy especial, todo sucede en dos horas", finalizó Diego.

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