”La música crea una identidad”, resume Pedro Castillo, artista sonoro, para explicar de qué manera algunas cacniones se convirteron en emblema para ejércitos en el campo de batalla.
El también profesor universitario señala que esta identidad se puede visualizar en la ,vida cotidiana. “Cuántas veces no hemos escuchado, visto e incluso pensado en enaltecer, minimizar y hasta insultar a una persona por escuchar cierto género musical, al señalar que por escuchar cierto tipo de música se es de cierta manera”.
Ahora, si eso sucede en una sociedad que vive en paz, en tiempos de guerra en donde el sentimiento de nacionalidad, rabia, tristeza y un sinfín de emociones reinan en las personas, la música, que es una de las expresiones artísticas con capacidad de hacer sentir y mover a la gente, se convierte en la mejor acompañante de una guerra.
“Es la pertenencia, identificación de grupos sociales por la música y que muchas veces quieren separar; es una manera de dividir a las personas según como se utiliza y eso sucede en la guerra como estrategia como comunicación. La música es influencia cuando tú la escuchas y cuando tú la creas, quieres escribir sobre un sentimiento y transmites ese sentimiento y el estar expuesto a esa música te sensibiliza a esos sentimientos, te toca, para ver si tú estás dentro o no, o te trata de incluir”.
Los horrores que se viven en un conflicto bélico sobrepasan la conciencia humana y la música ha servido como un aliciente para apaciguar ese estado anímico de las personas.
Durante la Segunda Guerra Mundial el ejército alemán disfrutaba cantar “Erika”, una canción que lejos de hablar de la crudeza de la guerra era una canción romántica que evocaba el hogar y hacía recordar los tiempos de paz.
Con ella, miles de personas encontraron un incentivo para seguir adelante y luchar para ponerle fin al conflicto.
Por otro lado también se ha tratado de evitar guerras por medio de las canciones, muchas letras alzan la voz y reflejan lo que sucede en una guerra, esos sonidos de protesta los han usado muchos músicos para transmitir un mensaje de paz, pero también ha sido una vía perfecta de protesta en contra de las situaciones políticas, sociales y económicas de lo que se vive en una sociedad.
Y aun así, cuando el mundo vive en paz, se le ha encontrado el uso perfecto a la música como una herramienta de tortura; por ejemplo, agencias gubernamentales de algunos países han obtenido valiosa información, y han hecho enloquecer a muchas personas con una canción que podría ser el hit del momento en listas de popularidad pero que, usada como arma, ha lastimado a muchas personas e incluso les ha provocado la muerte.