San Sebastián.— Tras lograr en 2021 el premio Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián con su primera película de ficción Noche de fuego, Tatiana Huezo regresa a este certamen y al documental con El Eco porque “necesitaba volver a mirar a los ojos a la gente”.

De su experiencia con la ficción, Huezo se quedó con un lenguaje cinematográfico que le da nueva perspectiva a su estilo documental.

“Vengo muy fortalecida de la ficción. Con unas enormes ganas y curiosidad de experimentar más con el lenguaje cinematográfico”, reconoció la realizadora, que se llevó el premio a mejor documental en la pasada Berlinale.

Su trabajo se diferencia de sus anteriores en que es claramente un documental, pero al mismo tiempo parece una ficción, por su montaje, su estructura narrativa y la forma de contar una historia que sigue el día a día de la pequeña localidad del Eco.

Un pueblo remoto del norte de México en el que conviven mujeres de varias generaciones —”tengo una enorme fascinación por los personajes femeninos”, señala— mientras los hombres salen a trabajar fuera. Y en esa convivencia las niñas aprenden a cuidar a sus mayores y asumen el proceso de la vida, incluso sus aspectos más duros, de la forma más natural.

Huezo, mexicana de origen salvadoreño, quería hablar de la infancia, un tema que ahora le obsesiona, así que empezó a visitar escuelas rurales. Viajó a muchas comunidades indígenas, hasta que alguien le dio una lista de pueblos y cuando leyó El Eco, algo se le despertó.

Un pueblo en el que cuando sopla el viento “se lleva a pasear las palabras de la gente” y hay que tener cuidado con lo que se habla, recuerda la realizadora, feliz de estar en un festival por el que siente “un profundo amor”.

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