Más Información
Jesús Juárez Rosales apenas mide unos 80 centímetros de altura y su rostro casi nadie lo conoce, pero eso no le ha impedido convertirse en uno de los mexicanos más queridos cuando se para arriba de un ring.
El hombre nacido en Jalisco hace 57 años portó, durante las últimas dos décadas, el traje peluchoso azul y de cara amarilla que le hacía ser llamado KeMonito por los fans de la lucha libre del Consejo Mundial de ese deporte.
Durante su carrera sufrió varias operaciones productos de la acción en el cuadrilátero, siendo quizá la más famosa la vez que recibió una patada, mientras estaba sentado en una orilla del ring, que lo hizo volar por los aires poniendo en peligro su vida.
Lee también: El ruido de DeNiro y Foxx hace sufrir a Couttolenc
Hace unos meses comenzó una disputa legal con el Consejo por el nombre y la imagen. Apenas la semana pasada el personaje volvió a un ring para sorpresa de propios y extraños, porque se adivinaba que abajo del traje no era Rosales, sino alguien más, por el detalle de la estatura.
Ahora la vida del luchador se puede ver en “KeMonito: la última caída”, cortometraje disponible en Netflix y que recorrió varios festivales como San Diego, Cartagena, Nueva Zelanda, San Francisco y San Antonio, además de haber estado nominado al Ariel.
“Tinieblas andaba buscando un perrito o changuito, algo para mascota de él y yo entré como Alushe, la primera mascota dentro de la lucha libre. Los niños y adultos decían ‘¿qué es esto?’”, el luchador recuerda en un fragmento del documental.
Dirigido por Teresa de Miguel, la producción no hace hincapié en el tema legal, sino en la persona, pues tiene cuatro hijos que ha sacado adelante el hacer sus propias máscaras en su máquina Singer, que luego venden online.
Lee también: Jaime Camil cuenta en "Desde la raíz" historias de chile, maíz y mezcal
“Al inicio estaba renuente por qué para qué o qué (hacer el documental), cuando no me considero una estrella, entonces eso decía. Pero acepté y qué bueno, le di paso libre porque ella ya sabía lo que quería y lo que yo dijera estaría de sobra”, contó en su momento KeMonito a EL UNIVERSAL
El acercamiento de Teresa al gladiador comenzó hace cuatro años. Pero la fascinación por el personaje fue cuando ella contaba con 14, cuando lo vi volando por los aires, entrando en shock por un lado y, por otro, en fascinación de lo que generaba el público.
“KeMonito: la última caída” fue apoyado por Focine, fondo para el cine mexicano.
melc