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“No me siento el mejor”, “nunca me sentí guapo”, “soy muy inseguro”. Cada vez que Arath de la Torre habla de sí mismo, lo hace desde esa perspectiva, la de un hombre que agradece el cariño del público pero no entiende del todo su magia.
O quizás, sí, el actor nacido en la Ciudad de México, que está a unos meses de cumplir 50 años, cree que más allá de lo superficial, le ha venido bien ser lo más honesto posible con el público, eso incluye entender el cambio que ha tenido la mujer en la sociedad y respetar a otros desde la comedia.
Arath es uno de los más reconocidos del espectáculo en México y, en estos días, tiene las miradas al estar encerrado en el reality "La casa de los famosos", de Televisa; la segunda experiencia similar que enfrenta luego de que, en 2002, participara en "Big brother VIP", ganando el tercer lugar.
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A diferencia de aquella vez, en esta, considera, lo hace en un momento de más equilibrio en su vida, producto del cariño que siente cada mañana del público que lo sigue en el programa "Hoy" o de quienes lo visitan en la obra "Los marihuanólogos", ambos proyectos en pausa temporal.
Poco antes de su nuevo encierro, el actor hizo un repaso con EL UNIVERSAL sobre su infancia, que incluyó la ausencia arrepentida de su figura paterna, así como otros momentos de su vida y trayectoria.
Encerrado otra vez…
Sí, soy el precursor de los realities en México. A partir del primer "Big brother VIP" se hizo historia y a partir de él vino "Acapulco shore", los otros 30 Big brothers y toda la cantidad de realities. Ese fue el primer reality en México formal y en Latinoamérica, y pues también me tocó ser precursor de la primera telenovela 4K, como fue Antes muerta que Lichita.
Hablando de melodramas, ¿los añoras, y también ser galán?
Hice galanes de telenovelas y nunca me di cuenta. Por ejemplo, cuando hice "Amigas y rivales" me sentía terriblemente feo, nunca me sentí guapo y ahora que Wendy Guevara me dice que se puso ese nombre por el personaje Wendy Nayeli (Angélica Vale) y que estaba enamorada de mí, dices, “¡wow!” No me sentía galán.
¿Eres muy estricto contigo?
Vengo de familia de militares. Mi bisabuelo (Antonio Lojero) fue director de la base aérea de Santa Lucía, de los primeros generales aviadores, por lo que soy extremadamente perfeccionista, me gusta que todo esté en su lugar. De hecho, cuando me meto a bañar, mi esposa me dice: ‘parece que ni te metiste a bañar’ porque todo lo dejo en su lugar.
¿Así eres en tu trabajo?
Sí, no bajo la guardia, no me confío, no me tiro en mis laureles por tener ya un nombre. En esta carrera sí tienes que ser muy estricto contigo, he aprendido a no castigarme porque antes sí lo hacía y me desesperaba mucho. He aprendido a fluir con disciplina.
¿Es complicado lidiar con el ego?
Sí, la verdad es que soy muy inseguro, sí soy Arath de la Torre, pero tengo el ego muy madreado. No me siento el mejor, soy un actor que trabaja, tiene talento, que lo ha pulido, pero no por eso soy ególatra, tampoco el centro de atención. Sí lo soy cuando lo tengo que ser en un escenario, pero cuando salgo de ahí soy tremendamente tímido y nunca me ando jactando. Al contrario, me tienen siempre que levantar el ego porque a veces lo tengo por debajo, en los suelos.
¿Cómo te proteges?
Soy muy creyente, encomendado mucho a Dios y siempre tengo bien cuidada a mi familia. Trato de vivir y no meterme en problemas con nadie y sobre todo, educar a mis hijos de una manera en la cual sepan que viven en un país complicado donde desafortunadamente perdimos la libertad que yo viví de chavito.
¿Y cómo eras de niño?
Era un niño libre, alegre y muy soñador, queriendo ser alguien. Me tocó jugar en la bicicleta, la avalancha, las canicas, a las ballestas, a “las traes”. Me crié en la colonia Centinela, en la Campestre, y luego ya después viví en Coyoacán y luego en Cancún. Me acuerdo que iba de Pacífico en bicicleta hasta el centro de Coyoacán sin problema.
¿El hecho de que tu papá se fuera temprano de casa te afectó?
Sí, por supuesto, fue algo fuerte, pero ya quedó en el pasado. Me quedo con lo bueno y prefiero no recordar lo malo. Toda tragedia está acompañada de ganancias secundarias y tal vez me costó 31 años entenderlo, al ser papá, uno papá amoroso y presente.
Tú tienes muchas fans, ¿qué opinas del feminismo?
Mi mayor ejemplo ha sido mi madre, sacó adelante a dos niños, estudiaba en las mañanas, trabajaba en las tardes, eso es feminismo. El hecho de ver siempre a una madre empoderada, es empresaria y además siempre me dejó ser quien yo quería ser, eso para mí es el feminismo. Estamos en una época en donde la mujer es ya la columna vertebral del país, qué bueno que se ha logrado muchísimo espacio y que han logrado posicionarse porque yo siempre he creído que sin duda somos diferentes físicamente, pero intelectualmente no tenemos absolutamente ninguna competencia, somos totalmente iguales.
¿Cómo has visto los cambios de la comedia y eso que llaman la “generación de cristal”?
Pues la “generación de cristal” a mí me ha permitido reinventarme, fuera de verlo como un obstáculo. La comedia, si no raspa, no hay risa. Yo trabajo en no herir a nadie, aunque cada vez sea más complicado. Antes se acostumbraba mucho trollear al floor manager, pero ahorita hay cosas políticamente incorrectas que antes no lo eran y ahora nos dan la oportunidad de buscar. He pisado terrenos donde sin saber he herido susceptibilidades y he aprendido a lidiar con eso.
¿Cómo te gustaría ser recordado?
Como la gente quiera, o sea, como un actor que trabajó en su país, que ha hecho su carrera acá, con una carrera bonita, que tiene una familia hermosa... pero al final de cuentas el público es el que tiene la última palabra. Ese es simplemente lo que hablo de mi carrera. Ya mis hijos también sabrán cómo me recuerdan, si soy un buen padre o un mal padre.