Joaquín Pardavé no llegó a la cita, sus compañeros de la cinta “La virtud desnuda” se quedaron con ganas de escuchar su cálida e inconfundible risa en el el foro número uno de San Angel Inn.
La mañana del 20 de julio de 1955, una embolia cerebral impidió que el actor continuara la filmación de la película número 208 de su carrera.
Pardavé, una de las figuras más emblemáticas de la Época de Oro del cine mexicano pasó las últimas horas de su vida junto a su amada esposa Soledad Rebollo, con quien ahora descansa en paz en el Panteón Jardín de la Ciudad de México.
La tumba donde reposan los restos de ambos aún conserva el letrero en el que se lee “Juntos como siempre Joaquín y Cholita Pardavé”, el tiempo ha desgastado esa placa que atestigua el gran amor que se tuvieron durante 30 años de matrimonio.
A 63 años de la partida de Pardavé, EL UNIVERSAL visitó la última morada del actor que personificó estupendamente a caballeros porfirianos como Susanito Peñafiel y Somerella en “México de mis recuerdos”, así como a migrantes árabes como Jalil Farad en “El baisano Jalil”.
La figura de El Sagrado Corazón resguarda el espacio que sin flores y con cuarteaduras, todavía preserva la lápida casi ilegible de la fecha de nacimiento y muerte de Joaquín Pardavé.
El poste junto a la tumba mantiene el mensaje que su esposa le dedicó: “Dejaste la gloria de la tierra y entraste en la del cielo. Con cariño de tu esposa Cholita”.
Las últimas horas de Joaquín Pardavé
El jueves 21 de julio de 1955, en la primera plana de EL UNIVERSAL se informó de la inesperada muerte de Joaquín Pardavé, quien a los 54 años gozaba de éxito y plenitud en su carrera artística.
“Nadie esperaba el triste desenlace. El sepelio será hoy a las 11 en el Panteón Jardín. Don Susanito Peñafiel y Somellera, el hombre que inundó con su gracia el cine, el teatro, la radio y la televisión mexicana, o sea el gran artista Joaquín Pardavé y Cortés , entregó su alma al Creador ayer a las 5:20 cuando ni él, ni nadie de los que cerca de él actuaban , esperaban tan ingrata sorpresa del destino”, se lee en la nota de la época.
Dos noches antes, Pardavé había disfrutado de una divertida velada jugando boliche con su esposa “Cholita”, esta actividad era algo que el actor acostumbraba para relajarse de las pesadas jornadas laborales, en ese momento, por ejemplo, se encontraba filmando dos películas.
Así lo recordó este diario días después de la lamentable noticia.
“Todavía antenoche, para descansar de su eterna labor artística , Pardavé, como era su costumbre estiró los músculos para ‘estirar el cerebro y no sentir las maledicencias del próximo’, como él mismo decía, jugó una partida de boliche acompañado de su inseparable esposa doña Soledad Rebollo”
Su esposa fue una mujer peculiar, en los foros teatrales era conocida como “Doña Solita”, porque se quedaba entre bambalinas admirando a su marido y esperando que terminara de trabajar para irse juntos a su casa ubicada en la avenida Cuauhtémoc.
La noche anterior a su fallecimiento, Pardavé había estado filmando escenas de la película “Club de señoritas”, con Jorge “Che” Reyes y Ninón Sevilla. A las siete de la noche estuvo bailando un chachachá en los estudios y contando sus últimos chistes, para después ir a descansar en un sueño que se convirtió en eterno.
¿Joaquín Pardavé fue enterrado vivo?
De acuerdo a la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), poco después del fallecimiento del actor, comenzó a correr el rumor de que Pardavé había sido enterrado vivo, en las páginas de este diario se dio cuenta de ese escalofriante supuesto.
El martes 17 de abril de 1956, “El duende filmo”, escribió en su columna Nuestro Cinema:
“Pero de Pardavé se ha dicho en los mentideros cinematográficos y teatrales, no dicen por qué ni cuándo, que fue encontrado bocabajo en la caja y con las uñas destrozadas. Si eso es cierto, qué terrible; si no lo es, puede serlo con lo que le hacen los publicistas”.
Según recopila la SACM, la familia del actor, representada por la señora María Elena Pardavé Robles, sobrina de Pardavé, expresó: "Joaquín Pardavé no fue enterrado vivo como mucha gente piensa. Sus restos jamás han sido exhumados, ni siquiera cuando su esposa falleció. Ella, mi tía, ocupa un lugar en la misma tumba, pero los restos de mi tío no fueron exhumados. Insistimos que jamás se ha abierto su caja. Así desmentimos categóricamente los rumores que circulan".
El cadáver del actor nacido en Pénjamo, Guanajuato el 30 de septiembre de 1900, fue velado en una capilla de la Agencia Gayosso, la comunidad artística y el pueblo de México acudieron a despedirlo, y entre las múltiples guardias a su ataúd, estuvo la de 30 niñas del Instituto Científico de Educación.
“La capilla en donde fue velado el cadáver de Pardavé fue insuficiente para contener las oleadas de gente que se arremolinaban para rendirle su homenaje; no había manera de mover un pie y los apretujones eran constantes”.
En medio de la lluvia, el cortejo fúnebre partió rumbo al Lote de Actores del Panteón Jardín, donde famosos como Mario Moreno “Cantinflas”, Pedro Vargas, Sara García, Marga López y Felipe Montoya despidieron al también compositor que tenía registradas 27 melodías.
“En los rostros de todos se veía el gesto de dolor y el deseo respetuoso de presenciar el sepelio del artista llorado y querido. Todas las personas se veía mojadas por la lluvia pero ninguna daba muestra de molestia, había que estar hasta el último momento y ver entregar a la Madre Tierra los despojos mortales de su ídolo”.
El histrión fue recordado por poseer una gracia inigualable y un carácter amable, el señor Francisco Benítez, de la Federación Teatral expresó unas palabras de despedida que fueron como un broche de oro en aquella triste y lluviosa tarde de julio.
“Esta lluvia que en estos momentos está cayendo son las lágrimas que México derrama sobre el cuerpo inanimado de uno de sus hijos predilectos”, expresó.
El llanto de los que rieron tantas veces con las gracias del cómico, que supo llevar su talento a la zarzuela, al cine y a la radio, rompió el silencio del momento, la lluvia fresca caía sobre el ataúd como si fuera una caricia del cielo que se unía al dolor del pueblo que perdió a un pilar irrepetible del entretenimiento mexicano.
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