El historiador Jean Meyer está próximo a cumplir 80 años, edad a la que llega con dos libros: Si se pueden llamar arreglos… Crónicas del conflicto religioso en México, 1928-1938 y El profeta del Nuevo Mundo. Louis Riel; y rodeado de su esposa, sus cinco hijos y nueve nietos con los que se pone a “gatear”; pero también lo hará junto a sus alumnos, como docente, profesión a la que ha dedicado toda su vida y en la que pretende continuar porque no cree en la jubilación, de hecho sostiene: “Espero que se me dé la gracia de morir en la raya, con los alumnos y en la investigación”.
Originario de Niza, Francia, Jean Meyer (8 de febrero de 1942) recorrió México cuando tenía 20 años, adonde decidió volver de 1965 a 1969, como profesor-investigador en El Colegio de México; y aunque se ha dedicado por cerca de 60 años a ser maestro, no olvida sus influencias: en primera instancia a su padre, André Meyer , que impartía geografía e historia: “Era un maestro que electrizaba a la audiencia, nos apasionaba a todos, y por su culpa, cuando entré a la universidad, me metí en la carrera de historia”.
También reconoce como influencias a los historiadores franceses Henri Marrou, autor de Historia de la educación en la antigüedad, y Pierre Renouvin , autor de Historia de las Relaciones Internacional; y de México a Luis González y Rafael Segovia.
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“No creo en la jubilación. Tanto la docencia como la investigación te mantienen joven; una cosa es la edad biológica, pierdes masa ósea, se endurecen las arterias, quedas calvo, pero el corazón se mantiene joven gracias al trabajo, a los estudiantes y el contacto con los nietos”, dice Meyer, quien para hablar de su familia hace una pausa, sonríe y recuerda que cuando iba a la primaria en Francia, en un libro estaba un grabado del Rey Enrique IV gateando con un niño en su espalda, que era su hijo Luis.
“Estaba como en ese grabado con uno de mis nietos. Ese es otro tipo de juventud, pero también el contacto con los estudiantes es lo que me mantiene joven, estimulado, es un reto, y más ahora que los estudiantes han tomado la iniciativa de la defensa de su institución. Nos obligan a renovarnos constantemente por sus inquietudes y preguntas, uno tiene que actualizar su conocimiento”.
La historia entre Meyer y el CIDE no es reciente, inició en 1993, cuando ingresó como profesor-investigador, y por ello, al Premio Nacional de Ciencias y Artes se le condecoró como Profesor Emérito de ese Centro en 2010.
“Hay un nuevo doctorado, Historia aplicada, que surgió porque nos preocupa el porvenir de los estudiantes. Está bien fabricar doctores, pero ya no hay plazas. Se hizo hace apenas un par de años, pensando en las necesidades y olvidándonos del empleo tradicional. Por cierto, cuando presentamos el proyecto, Conacyt nos apoyó, quizá no se informó la doctora Álvarez-Buylla a la hora de atacar al CIDE. Estamos con la primera generación y se le olvidó que ellos (en el Conacyt) se emocionaron. No es tan neoliberal el CIDE. Ahora yo sólo espero que se me dé la gracia de morir en la raya, con los alumnos y la investigación”, indica Meyer.
El colaborador de EL UNIVERSAL es autor de autor de 88 libros; resaltan los tres de La Cristiada: La guerra de los cristeros, El conflicto entre la Iglesia y el Estado 1926-1929 y Los cristeros; así como La Revolución mexicana y El libro de mi padre, a los que ahora se suman los recientemente publicados: Si se pueden llamar arreglos… Crónicas del conflicto religioso en México, 1928-1938, que es editado por el CIDE, y El profeta del Nuevo Mundo. Louis Riel, bajo el sello Taurus, ambos son investigaciones en las que ha estado de forma intermitente por cerca de 50 años.
La involución en México
El paso por México de Jean Meyer, investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores, no ha sido fácil, de hecho, en 1969 lo expulsaron, pues a un año de 1968, la revista francesa Esprit realizó un número sobre los movimientos estudiantiles en el mundo y le encargó un artículo sobre América Latina.
En ese texto, al referirse de México escribió: “No se sabe bien a bien quién es el responsable de la represión, pero el responsable es el gobierno mexicano” y por órdenes de la Secretaría de Gobernación se le aplicó el artículo 33 constitucional y fue hasta 1972 que pudo regresar. Siete años después decidió nacionalizarse.
Meyer, quien ha pasado la mayor parte de su vida en México, hace un balance sobre lo que ha visto a nivel político: “He conocido el México del monopolio político del PRI. Llegué en tiempos de Díaz Ordaz y me impactó mucho la doble tragedia de Tlatelolco y del Jueves de Corpus. Luego llegamos a la esperanza de 2000, pero las decepciones de las presidencias panistas (Vicente Fox y Felipe Calderón) fueron decepciones relativas, porque si no llenaban todas las expectativas, por lo menos las conquistas democráticas se estaban fortaleciendo cada vez más, pero luego vino la catástrofe del regreso del PRI al poder”.
Rememora que cuando Enrique Peña Nieto ganó la Presidencia, platicó con un amigo del PRI: “Él intentó convencer a sus compañeros de que regresaban al poder, pero que había que cambiar por completo la línea, pero me contó muy decepcionado: ‘no han aprendido nada y no han olvidado nada de sus antiguas prácticas y luego de 12 años lejos del pesebre, llegan muertos de hambre y van a robar todo lo que puedan'. Así fue, y eso explica la elección de López Obrador”.
Con respecto a la actual administración, dice: “Ya son tres años de involución, es decir, la serpiente se muerde la cola. Me encuentro, me siento, como en los años finales de Gustavo Díaz Ordaz o el principio de Luis Echeverría, es decir, en un momento de endurecimiento, autoritarismo, centralización, de un Estado que quiere controlar todo y chuparse todo. No hay mal que dure 100 años, no estoy seguro de ver el triunfo ya más consolidado y definitivo de la democracia en México. Hay un fenómeno mundial de crisis y receso de la democracia, porque la democracia política no puede resolver los problemas nacionales, da un marco institucional nada más, y si no hay una dimensión social en la política de los gobernantes, la democracia pierde su legitimidad y entra en crisis y cualquier líder un poco carismático puede llevar al pueblo a la catástrofe. Hoy sobran los seductores en el mundo entero”.
Al analizar la situación de la ciencia en México, señala: “Argentina sufrió la destrucción de su ciencia, pero en los últimos 20 años, el Estado ha invertido mucho dinero en ciencia y hoy en día es 10 veces más fuerte que la ciencia mexicana, y Argentina tiene una población cuatro veces menor. Es decir, sí se puede, pero es una decisión política. El día que México le dedique el 1% de su PIB a la ciencia, ese día habrá porvenir, pero hoy en día, los grandes profesores le dicen a sus jóvenes que se vayan, eso es lo que está pasando”.
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Me encuentro, me siento como en los finales de Díaz Ordaz o principios de Luis Echeverría, es decir, en un momento de endurecimiento, autoritarismo, centralización, de un Estado que quiere controlar todo”
JEAN MEYER
Profesor emérito del CIDE
EL DATO
En 1979, el investigador Jean Meyer decidió nacionalizarse como mexicano.
Bibliografía básica
Jean Meyer es autor de 88 libros; destacan:
- Los tres volúmenes de La Cristiada: La guerra de los cristeros, El conflicto entre la Iglesia y el Estado 1926-1929 y Los cristeros (Siglo XXI)
- La Revolución mexicana (Tusquets)
- El libro de mi padre (Tusquets-Cide)
- Si se pueden llamar arreglos… Crónicas del conflicto religioso en México, 1928-1938 (CIDE)
- El profeta del Nuevo Mundo. Louis Riel (Taurus)